Para entendernos: de todo el saneamiento financiero español, la subasta de Nova Caixa Galicia (NCG) fue uno de los rescates más increíbles y, sobre todo, más onerosos para las cuentas públicas. Y la pieza clave del proceso, el que propició que la entidad acabara en manos de Juan Carlos Escotet, fue Alberto Núñez Feijóo, que llegó a amenazar a Mariano Rajoy con no presentarse nuevamente en Galicia si el FROB no adjudicaba NCG al venezolano.
Vayamos por partes, como diría Jack el destripador. Antes de sacarla a subasta, el Estado le había inyectado 9.000 millones de euros en ayudas públicas, lo que convirtió a NCG en la tercera entidad con más volumen de ayudas, tras BFA Bankia y Catalunya Caixa, vendida a BBVA.
Además, NCG había traspasado activos inmobiliarios a la SAREB por al menos 5.000 millones de euros, casi el 10% de los activos adquiridos por SAREB a las Cajas de Ahorro. Y, por si todo esto parecía poco, el cambio normativo que se produjo poco antes pudo permitir que Escotet se beneficiara de unos créditos fiscales valorados en 2.300 millones.
Recuerden: Escotet ofreció 1.003 millones, pero solo pagó 400 millones en efectivo y, el resto, en cómodos plazos que, además, retrasó en más de una ocasión, como adelantó Hispanidad. Sea como fuere, esos 600 millones los pagó con los beneficios del propio banco. Genial.
Todo esto, gracias a la intervención directa de Feijóo, que se opuso frontalmente a Luis de Guindos, más partidario de que NCG terminara en manos de Caixabank, muy interesada en la entidad gallega pero que por aquel entonces no gozaba de la simpatía de los líderes del PP, que consideraron pasiva la actitud del banco ante la revuelta independentista.
No se me pierdan, por favor, que la historia es muy bonita. Para Escotet, la operación fue un sueño hecho realidad, ya que le permitió sacar 400 millones de euros de Venezuela y que poco después la matriz, Banesco Holding Hispania, obtuviera un beneficio de 2.700 millones, cantidad que Escotet intentó disimular presentando únicamente los 1.157 millones registrados por Abanca.
En definitiva, Feijóo le ganó la batalla a Guindos bajo la amenaza de no presentarse a las elecciones gallegas, ya que la venta de NCG a los catalanes suponía una humillación y la pérdida del único banco gallego que quedaba. El líder del PP aseguró, además, que Escotet se había comprometido a mantener la sede en La Coruña y el mayor número de puestos de trabajo. Al final, tanto Guindos como el subgobernador del Banco de España, Fernando Restoy -estuvo en todos los ‘fregaos’- cedieron ante Feijóo y Escotet se quedó con las antiguas cajas gallegas, ahora Abanca.