AENA ha empezado bien el año, es decir, volando a bastante altura si se quiere utilizar un símil relacionado con su sector. Y es que ha crecido en ingresos, ha disparado el resultado bruto de explotación y ha logrado un beneficio neto cercano al preCovid en el primer trimestre... sin embargo, se ha quedado sin aplauso en bolsa (su cotización baja un 1,6%, tres veces más que el Ibex, que lo hace un 0,38%).
El gestor aeroportuario, que es propiedad del Estado en un 51% a través de Enaire y que tiene como presidente y CEO al socialista catalán Maurici Lucena, ha elevado su despegue para dejar atrás el batacazo que le supuso la pandemia. Entre enero y marzo, ha presentado unos ingresos de 1.026,7 millones de euros, lo que supone un 34,3% más que en el mismo periodo de hace un año, gracias al impulso de los aeronáuticos (+26%, a 523 millones), los comerciales (+40%, a 337,9 millones) y los internacionales (+61%, a 142,2 millones). En el caso de los ingresos aeronáuticos ha repercutido especialmente el aumento en pasajeros, que ha pasado de los 43,4 millones de hace un año a 60,6 millones, suponiendo además una recuperación del 100,6% de los niveles que tenía hace cuatro años (60,3 millones), y destaca la gran evolución del tráfico en los aeropuertos de la red en España (+41,6%, a 53,6 millones, superando en un 1,6% los del primer trimestre de 2019). Y en los ingresos comerciales, ha influido que la actividad comercial y las rentas fijas facturadas y cobradas, que han superado en un 12,1% y en un 15,8% los niveles preCovid, respectivamente... y eso que el ingreso medio por pasajero ha descendido un 1%.
AENA ha disparado su ebitda un 153,2% en el primer trimestre, hasta los 368,6 millones, frente a los 145,6 millones de hace un año; y el margen ebitda ha pasado del 19% al 35,9% (destacando el margen del 70,7% del negocio comercial)
AENA ha disparado su ebitda un 153,2% en el primer trimestre, hasta los 368,6 millones, frente a los 145,6 millones de hace un año; y el margen ebitda ha pasado del 19% al 35,9% (destacando el margen del 70,7% del negocio comercial). Por su parte, el beneficio neto se ha situado en 133,6 millones, muy lejos de las pérdidas de 41,7 millones que registró hace un año y muy cerca de recuperar la cifra preCovid de hace cuatro años (136,4 millones).
El gestor aeroportuario ha elevado su opex (aprovisionamientos, gastos de personal y otros gastos de explotación) un 10,8%, a 641,4 millones, debido a la mayor actividad y de la operativa de las terminales y los espacios aeroportuarios abiertos. Eso sí, se ha beneficiado de un gasto de energía menor en la red de España (-44,6%). Asimismo, las inversiones han crecido en 129,4 millones, hasta los 388,5 millones, por la mejora de las instalaciones y de la seguridad operacional de los aeropuertos, así como pagos obligatorios de la concesión del Bloque de Once Aeropuertos de Brasil (146,6 millones). Por su parte, la deuda financiera neta ha pasado de los 5.791 millones que tenía al cierre de 2022 a los 6.262 millones, eso sí, gracias al fuerte aumento en ebitda, el ratio de deuda sobre ebitda se ha reducido de 3,05 veces a 2,97, y cabe destacar que el 79% de la deuda está referenciada a tipo fijo, lo cual da tranquilidad ante el entorno de subidas de tipos de interés. Claro que la compañía prefiere referir la deuda financiera neta contable consolidada (la cual se calcula como el total de la “Deuda Financiera” (Deuda financiera no corriente+ Deuda Financiera corriente) menos el “Efectivo y equivalentes al efectivo”), que se situó en 6.149,0 millones al cierre de marzo, frente a los 6.242,9 millones de 2022, disminuyendo la ratio de deuda financiera neta sobre ebitda de 3 veces a 2,67 veces.
Por cierto, hay que tener en cuenta que se han tenido que reexpresar las cuentas del primer trimestre de 2022 por el cambio contable por la rebaja de alquileres obligada desde septiembre de 2021, como ya se explicó hace casi dos meses cuando se presentaron los resultados anuales de 2022. El director económico-financiero de AENA, José Leo, refirió que eso supuso renunciar a rentas mínimas garantizadas que estaban previstas en los contratos, lo que consideran “una barbaridad e inconstitucional”, y al final, el pasado 20 de octubre, el Comité de Interpretaciones de las NIIF (CINIIF) dijo que esos 700 millones que no iban a cobrar tenían que llevarlos a pérdidas en el momento en que surge el problema, lo que se ha traducido en reexpresión de las cuentas.