La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha vuelto a dar un aviso al Gobierno al considerar que se necesitarán medidas de ajuste adicionales para cumplir los objetivos de déficit y deuda adquiridos con Bruselas. Y el principal motivo de todo ello se encuentra en el aumento del gasto, contra el que ya ha advertido en otras ocasiones y que ahora calcula que aumentará un 3,6% anual entre 2025 y 2031, seis décimas más de lo previsto por Pedro Sánchez y sus ministros (3%).
El organismo independiente que preside Cristina Herrero ha presentado este martes dos informes: en concreto, uno sobre el Plan Fiscal y Estructural de Medio Plazo (PFEMP) 2025-2028 que ha remitido el Ejecutivo a la Comisión Europea el pasado 15 de octubre y otro sobre las Líneas Fundamentales de los Presupuestos de las Administraciones Públicas (AAPP) 2025. Sobre el primero, Herrero ha lamentado que se trate más de un compromiso político de objetivos fiscales que una verdadera estrategia fiscal de medio plazo. Es más, ha referido que Países Bajos siempre destaca con unos planes muy completos en todos los apartados y que de otros planes que han analizado (los de Portugal, Italia, Francia y Grecia), el español es el que está peor en información, como Grecia, y supone un retroceso respecto a la información de la Actualización del Programa de Estabilidad (el documento al que el PFEMP sustituye) Parece que la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús (Marisu) Montero, debería afanarse más en dicha tarea (en lugar de gastar tiempo en hacer muecas en el hemiciclo del Congreso de los Diputados), y también el titular de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo.
La AIReF estima que el gasto neto aumentará un 3,6% anual entre 2025 y 2031, frente al 3% previsto por Moncloa, en un escenario de políticas constantes porque falta previsión de ingresos y de otras medidas. Asimismo, considera que ese mayor gasto provocará un déficit del 1,6% del PIB, en lugar de uno del 0,8%. Y para alcanzar la meta del 0,8% sería necesario que el gasto primario neto de medidas creciera un 2,8%, en vez de un 3%, por tanto dos o tres décimas de ajuste... “Va a ser necesaria la adopción de medidas en 2026”, ha subrayado Herrero, aunque en 2025 no haría falta hacer ningún ajuste porque habría un margen de 7.400 millones de las medidas discrecionales de ingresos. Dicho margen saldría de la retirada de medidas contra la crisis de precios y de energía, la retirada de los gravámenes temporales (el impuestazo energético y el impuestazo a la banca -aunque finalmente parece que este se va a prorrogar-), la reforma de las pensiones, la no deflactación del IRPF y otras. Sin embargo, para el año siguiente las medidas discrecionales de ingresos son de -1.600 millones.
Claro que el crecimiento del gasto no sólo eleva el déficit, sino que también “tensiona la evolución decreciente de la deuda”, y encima no se podrá revertir la tendencia ante el impacto del envejecimiento de la población en las cuentas públicas. Las diferencias entre los cálculos del Gobierno y los de la AIReF se amplían hasta 2041, cuando el déficit sería del 2%, frente al 3,3% incluido en el Plan enviado por el Ejecutivo; y la deuda se situaría en el 87,5% del PIB, en lugar de en el 36,8%.
El crecimiento del gasto no sólo eleva el déficit, sino que también “tensiona la evolución decreciente de la deuda”, y encima no se podrá revertir la tendencia ante el impacto del envejecimiento de la población en las cuentas públicas
Herrero también ha referido que han elevado la previsión de crecimiento del PIB para este año, pasando del 2,4% estimado en julio al 2,9%, y para el próximo, del 1,9% al 2,3%, por el impacto del deflactor del PIB. Eso sí, dicho crecimiento económico se desacelerará en 2026 al 2%... y lo seguirá haciendo hasta quedarse en el 1,5% en 2029 por varios aspectos: el menor deflactor del PIB, el descenso del aporte del consumo público (que ahora supone la mitad del crecimiento del PIB), la menor aportación del saldo exterior (con importaciones de bienes y servicios algo superiores a exportaciones, mientras que en 2023 y 2024 estas últimas eran mayores a las primeras), así como la desaceleración de los flujos migratorios. Eso sí, se ha destacado “el aumento de la población activa, que está en máximos históricos”, como se vio en la última EPA, y que “ha permitido sostener ritmos elevados de creación de empleo, sin que se aprecie la escasez de mano de obra ni las tensiones salariales que experimentan otras economías (por ejemplo, la alemana), a pesar de que España sigue siendo líder en tasa de paro dentro de la UE y de toda la OCDE, y que el desempleo ha crecido en 26.769 personas en octubre.
Al hilo de las debilidades, Herrero ha referido que la inversión sigue siendo débil y menor a la preCovid, en especial porque “la inversión privada sigue estancada” y aunque hay cierto dinamismo en la pública es insuficiente para compensarla. Por ejemplo, ha señalado que “la inversión en vivienda es elevada, pero no se traduce en construcción de nuevas viviendas, por lo que hay una restricción de la oferta”. Asimismo, están los aspectos geopolíticos, los conflictos bélicos, las guerras comerciales, las elecciones de EEUU... y “nos preocupan las debilidades estructurales en la zona euro”, donde las economías afrontan reducidos niveles de capitalización, moderado avance de la productividad, envejecimiento, escasez de mano de obra y el proceso de consolidación fiscal.
Respecto a las medidas por la DANA, desde la AIReF se ha insistido en que es algo similar a lo ocurrido con las ayudas del terremoto de Lorca y del volcán de La Palma (de las cuales aún faltan bastantes por llegar), aunque es probable que sean más elevadas. Dichas medidas sí afectan al déficit, pero Bruselas tiende a excluirlas al contabilizar el cumplimiento de los objetivos fiscales.