El Caserón de Cibeles, sede del Banco de España, está poblado por gente finísima. Y de esa finezza generalizada participa el gobernador, Pablo Hernandez de Cos, un tipo que con su buen hacer y sin necesidad de enfrentamientos se ha sabido ganar el respeto tanto de la izquierda -y mira que la izquierda podemita le ha tocado las narices- como de la derecha.
Quizás por eso, cuando el gobernador advierte lo hace con una sutileza que si en el PP de Feijóo hubiera alguien preocupado por la economía aprovecharía sus informes, porque resultan demoledores para con el Gobierno. Vean el último cuadro. Últimamente, el Banco de España le ha cogido el gusto a contarnos el aumento de la capacidad de financiación de la economía española, una expresión engañosa, como ya hemos advertido en Hispanidad, que deberíamos traducir por la necesidad de financiación de nuestra economía, decir que cuanto mejor, pero no, cuanto más alta, más preocupante.
Pues bien (ver cuadro) en un año, entre agosto de 2022 y agosto 2023, la necesidad de financiación de la economía española se ha multiplicado por tres.
Sirva este ejemplo para poner en berlina la descripción de la economía española que pergeña la embustera más grande del Reino, a la sazón vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño. Según ella, la economía marcha viento en popa y con un rostro pétreo sin rival, nos relata que las cosas van bien e incluso van a ir mejor… gracias a las medidas adoptadas por el Gobierno, mismamente por ella.
Vivimos un grandioso espejismo: el de una economía subvencionada a la que se le está a punto de romper la cuerda que la mantiene en pie, que no es otra que la deuda pública.
Es un espejismo, una burla que los españoles nos hemos tragado sin rechistar. Pues no, la economía española no va bien porque vive de la deuda pública y la próxima crisis económica será una crisis de deuda. Cuando Sánchez sea presidente, se verá obligado a anunciar una política de ajustes que promete ser muy dura. Pero él y doña Nadia seguirán diciendo que esto va como una moto.