Alemania está más cerca de rectificar el gran error de cerrar sus últimas centrales nucleares. Esta misma semana, el canciller alemán, Olaf Scholz, ha llegado a afirmar que “puede tener sentido” retrasar el apagón de las tres centrales que estaba previsto para final de año, ante la crisis energética. Pedro Sánchez, Teresa Ribera y Diana Morant deberían tomar nota.
El Ejecutivo germano afronta una delicada situación ante la reducción del suministro de gas ruso, que llega por el gasoducto Nord Stream, que ha tenido parada de mantenimiento en julio y aún no funciona con normalidad: la gasista rusa Gazprom aún le echa la culpa a una turbina que Siemens Energy mandó a Canadá a reparar, pero esta ya está en suelo alemán y la ha visto el propio Scholz. Por ello se han empezado a adoptar planes de ahorro energético (incluyendo apagones de edificios y monumentos, duchas frías en piscinas municipales y límites de temperaturas, y recomendaciones de duchas cortas a los ciudadanos), e incluso ha apostado por usar más carbón.
Dentro del gobierno de coalición de Alemania no hay consenso respecto al tema nuclear. Desde el partido liberal, el FDP, se defiende la extensión de las centrales y reactivar algunas plantas ya desconectadas, pero aún capacitadas técnicamente para volver a funcionar, al menos, hasta 2024, y Christian Lindner, ministro de Finanzas, ha afirmado que “Alemania no puede permitirse cerrar ese debate” de replantearse el apagón. Desde el partido Alianza 90/Los Verdes, que tiene entre sus miembros al vicecanciller y ministro de Asuntos Económicos y Acción por el Clima, Robert Habeck, la postura es decir adiós a la nuclear. Y desde el partido socialdemócrata, SPD, se abogaba también por el no, pero ahora hasta Scholz se lo replantea y se llevarán a cabo tests de estrés del sistema eléctrico alemán para ver hasta qué punto necesitan a la nuclear, que aporta el 6% de la luz.
Los políticos alemanes, en especial Alianza 90/Los Verdes, y varios miembros del Gobierno español deberían tomar ejemplo de los verdes finlandeses y su gran apoyo a la energía nuclear
Los políticos alemanes, en especial Alianza 90/Los Verdes, y varios miembros del Gobierno español (sobre todo Pedro Sánchez, Teresa Ribera y Diana Morant, que se han mostrado recientemente en contra de la nuclear) deberían tomar ejemplo de los verdes finlandeses y su gran apoyo a la energía nuclear. De hecho, sin la energía nuclear Europa no logrará ser neutra en carbono ni autosuficiente, como ha advertido el ministro de Asuntos Económicos de Finlandia, Mika Lintilä. Y parece que la Eurocámara le escuchó, porque apoyó que la nuclear y el gas se consideren energías verdes, en la misma línea con la Comisión Europea, fracasando el PSOE y Ribera, que renegaban contra su inclusión en la taxonomía verde. Además, cuando meses antes, la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, visitó nuestro país, defendió que la energía nuclear es parte del mix energético de Finlandia y lo seguirá siendo, y debe serlo también en la UE.
Esta semana, en el curso de verano ‘Perspectivas de la energía nuclear en España’ de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, coordinado por ENSA, el presidente de Foro Nuclear, Ignacio Araluce, ha ha señalado que “cuando la energía se tambalea, se tambalea el mundo” y ha recordado que la nuclear “no emite gases contaminantes, está alineada con el cambio climático y la descarbonización, es muy estable, fiable y competitiva en precio, y sería más barata si no estuviera asfixiada a impuestos”. Por su parte, Héctor Dominguis, presidente de la Sociedad Nuclear Española, ha subrayado que España es el único país que no está revisando sus planes de cierres de centrales (previsto de forma progresiva para entre 2027 y 2035), que “la energía no tiene color político” y que usarla como argumento político es un error y “nos va a llevar a tener un sistema eléctrico inadecuado, que no se adapta a las necesidades del país y es ineficiente”, y ha añadido que para definir la estrategia energética de un país hay que tener en cuenta la garantía de suministro, la sostenibilidad medioambiental y la competitividad industrial”.