Árabes y chinos avanzan en su colonización europea... sin que salten las alarmas y ojo, de la mano de franceses. Así se puede ver en que la petrolera Saudi Aramco y el fabricante automovilístico chino Geely negocian la compra del 60% del negocio de combustión de Renault, según avanzan Reuters, Le Monde y Les Echos.
El fabricante automovilístico francés, que está controlado en un 12% por el Estado galo, planea separarse en dos: por una parte, el negocio de motores de combustión interna e híbridos (que se llamaría Horse); y por otra, el de coches eléctricos (Ampere). Ya a principios de abril, Reuters apuntaba a dicho plan y un mes después, el propio CEO del grupo Renault, el italiano Luca de Meo, señalaba que ambos tipos de vehículo juegan “dos deportes diferentes”, como recogió Automotive News, aunque no renunciaba a ninguno: “Vemos el coche eléctrico como un negocio en crecimiento y el motor de combustión interna como una fuente estable de ingresos”. Una escisión en dos por la que también ha apostado el fabricante automovilístico estadounidense Ford.
El accionariado de Horse podría quedar en: 40% para Renault, 40% Geely y 20% Aramco, pero aún se negocia y el Estado francés estaría dispuesto a dejar de ser accionista mayoritario, manteniéndose como accionista de referencia. Y eso que hay un alto proteccionismo empresarial en Francia
Ahora se señala que el plan de Renault podría materializarse a mediados de 2023 y que tiene el objetivo de contar con más capital para afrontar el reto de la electrificación y de convertirse en líder mundial en motores, compartiendo costes de desarrollo. Esto no es baladí, teniendo que Renault ha tenido unas pérdidas semestrales de 1.666 millones de euros por su salida de Rusia, pese a la mayor aportación de Nissan y el buen desempeño de su estrategia (la Reanulution) que ya ha permitido una mejora significativa de la rentabilidad y generación de caja. Y no hay que olvidar que el sector del automóvil no sólo en España sino en todo el mundo no se ha recuperado de la crisis del Covid-19 y sigue afectada por la crisis de chips, que se ha visto agravada por el peor contexto geopolítico internacional (incluyendo la guerra en Ucrania), y a la que se suma inflación de costes. Y en este contexto afronta su transformación hacia la electrificación.
Renault, al igual que otros fabricantes, busca socios y aliados. Su plan inicial era contar con el japonés Nissan (del que controla un 43%), pero este se ha negado, aunque la puerta no está cerrada y podría optar por otros desarrollos conjuntos, según Business Insider. Tras el primer no, negocia con la petrolera saudí y la mayor del mundo, Saudi Aramco, y con el fabricante automovilístico chino Geely (que a su vez es primer accionista de la marca de coches sueca Volvo Cars y de su hermana dedicada a camiones, autobuses y maquinaria pesada -Volvo Group-). Y el chino no es un desconocido para el francés, pues se hizo con el 34% de su filial surcoreana, tienen una alianza para ensamblar híbridos en Corea del Sur, han trabajado en Fórmula 1 y dos de sus marcas (Lotus y Alpine -dedicada a coches deportivos y a la competición-, respectivamente) colaboran en un deportivo 100% eléctrico.
Se habla de que el accionariado de Horse podría quedar en: 40% para Renault, 40% Geely y 20% Aramco, pero aún se negocia y el Estado francés estaría dispuesto a dejar de ser accionista mayoritario (sí, el mismo que dirige Emmanuel Macron, en beneficio de árabes y chinos, y eso que hay un alto proteccionismo empresarial en Francia), pero manteniéndose como accionista de referencia. Además, se trabajaría con Aramco, que apuesta por la diversificación sin renunciar a su gran negocio, en combustibles sintéticos. Por ahora, no hay más información, pero se darán más detalles en el Día del Inversor que Renault celebrará en otoño. Eso sí, las reacciones en bolsa han sido dispares: Renault sube, mientras Aramco y Geely bajan.