Saudi Aramco ha ingresado y ganado menos en los nueve primeros meses por los menores precios de crudo y gas, así como los mayores costes. Sin embargo, ha elevado el dividendo trimestral, cuyo mayor beneficiado es el Gobierno saudí y otras instituciones públicas que controlan el 97,62% del capital.
La petrolera saudí, que además es la mayor del mundo, no es ajena al contexto a la baja de su sector, como hemos visto en los resultados de la noruega Equinor, la italiana Eni, la británica BP, la española Repsol, la francesa TotalEnergies, la anglo-neerlandesa Shell y la estadounidense Chevron. Eso sí, por ahora, las únicas excepciones se han visto en la portuguesa Galp, que ha logrado subir en ingresos y beneficio; y en la estadounidense Exxon Mobil, que ha registrado un ligero alza de ingresos (+2,27%). Y aún queda por conocerse las cifras de otras, como Cepsa, perdón, ahora Moeve -que es propiedad en un 61,5% del fondo soberano de Abu Dabi (Mubadala) y en un 38,5% del fondo de inversión estadounidense The Carlyle Group-.
Volvamos a Saudi Aramco. Sus ingresos han descendido un 1,7%, a 336.170 millones de euros, mientras los costes han subido un 6%, a 188.951 millones. Por su parte, el beneficio de explotación (ebit) ha ascendido a 146.862 millones y el beneficio neto se ha reducido un 11,3%, a 76.847 millones.
Sin embargo, todo esto no lo notará Mohamed bin Salman, como ya se vio en el primer semestre, porque ahora el dividendo ha seguido creciendo. De hecho, el correspondiente al tercer trimestre se ha incrementado un 5,7%, a 28.509 millones; y ya acumula un total de 85.559 millones (+36,2%) repartidos en dividendos en los nueve primeros meses. Esto último es uno de los motivos, junto a las inversiones en diversificación, de que la petrolera saudí haya pasado de un efectivo neto de 25.095 millones a una deuda neta de 8.151 millones.