Estamos en vísperas de la constitución del Colegio de Comisario europeo que presidirá Ursula von der Leyen. El pacto consistía en que, antes del 31 de agosto, cada país debería haber presentado a sus candidatos a comisario así como la comisaría a la que aspiran.
El miércoles 28, Moncloa ha oficializado que Teresa Ribera es la candidata del Gobierno español para cubrir la plaza de comisaria europea. Y eso que a Sánchez no le gustó la actitud de su vicetercera, quien, tras encabezar la lista del PSOE al Europarlamento, el pasado 9 de junio, se negó a recoger el acta de parlamentaria en Estrasburgo porque el cargo de eurodiputada le parecía muy poco para ella. O comisaria o se queda en el Gobierno Sánchez.
Incluso, en sede parlamentaria, Ribera tuvo la desfachatez de afirmar que ella ya había avisado de lo que haría. ¿Se imaginan a una cabeza de lista, en plena campaña electoral, diciendo que se presentaba a las elecciones europeas sin la menor intención de ser eurodipatada? No le habría votado ni su esposo Bacigalupo.
La verdad es que ni Gonzalo ni Corredor pueden presentar una gran gestión en Enagás y en Redeia dos empresas que, tras su mediocre gestión, no tienen muy claro su futuro. Eso sí, Corredor tiene a su favor que es mujer y amiga personal de Sánchez
Por tanto, si Moncloa ha oficializado ahora su nombre es porque ya se les ha propuesto una comisaría. Ahora bien, las malas lenguas bruselinas -no muchas, considerando que cada eurócrata tiene una sola lengua- aseguran que en ningún caso será vicepresidenta de la Comisión Von der Leyen, y que la Comisión de Energía, que siempre ha llevado vicepresidencia incluida, no pueden ser para ella.
Y es que ahora mismo, en Europa y a la espera del informe Mario Draghi, hay un consenso de regreso a la energía nuclear y, en cualquier caso, lo que priva ahora no es la ecología sino la economía, en concreto la competitividad, porque la economía europea no ha podido mantener el pulso ni con Estados Unidos ni con China. No es el momento de hacerse el rojo ni de hacerse el verde... y a Ribera se le conoce como la sandía: verde por fuera y roja por dentro.
La Comisaría de Medio Ambiente y Cambio Climático sí le mola, pero, por la misma razón, la economía pesa ahora más que la ecología -afortunadamente- en Bruselas le tienen mucho miedo a la ideologizada Ribera. Tanto es así que se habló de crear una Comisaría geográfica, del Mediterráneo, mezclada con la cosa de la biodiversidad y diversidad. Al parecer la diversidad no es algo que afecte a Irlanda, Alemania o Polonia. En cualquier caso, esa Comisaría sería considerada un desprecio por doña Teresa. Muy poca cosa para su enorme valía.
La derecha europea, así como los liberales, se niegan a aceptar a Ribera al frente de Medio ambiente y Cambio climático. Los ecologistas sí le apoyan: le consideran uno o de los nuestros... una activista
Ahora bien si, finalmente, como parece, Ribera se marcha a Bruselas, habrá que buscarle un sucesor en el Gobierno. Arturo Gonzalo, CEO de Enagás, se postula para sustituir a Teresa Ribera como vicepresidente del Gobierno... y Beatriz Corredor, presidenta de Redeia (antigua Red Eléctrica), también aspira al cargo.
La verdad es que ni Gonzalo ni Corredor pueden presentar una gran gestión ni en Enagás ni en Red Eléctrica, dos empresas que, tras su mediocre gestión, no tienen muy claro su futuro. Gonzalo ha reducido perímetro pero aún sigue empeñado en el imposible, o mejor dicho, en la ruina del hidroducto que uniría Zamora, o así, con Marsella y luego hasta Ámsterdam y los grandes espacios abiertos, una locura en la que nadie ha puesto aún un euro.
Eso sí, Corredor tiene a su favor que es mujer y amiga personal de Sánchez. En contra, que ha conseguido colapsar la red eléctrica española.
En suma, dos gestores incapaces. A lo mejor por eso hay que nombrarles ministros... o vicepresidentes. A los dos. Aquí hay que ser ministro, aunque sea de Marina.