Este 2021 ha sido otro annus horribilis para el sector del automóvil: las ventas siguen siendo un 30% inferiores a las de 2019 (a falta de que dentro de unos días se confirmen los datos definitivos), a lo que se han sumado desde octubre menor producción y exportación respecto a 2020… y ojo, porque llega la reforma laboral de Yolanda Díaz y no es de su agrado. Y es que consideran que no creará empleo sino rigideces (en un sector en el que la flexibilidad es muy positiva) y no favorecerá a las pymes.
Conviene subrayar que el sector del automóvil no es baladí en nuestro país, porque supone el 60% de la industria y aporta el 11% del PIB. Está sufriendo las consecuencias de varias crisis: la económica y la sanitaria que ha provocado el Covid, la de chips y la incertidumbre. Y es que el español ya no sabe qué coche comprar: el tradicional de diésel o gasolina que tendrá fecha de caducidad, el híbrido convencional o no enchufable -tienen una pequeña batería que se recarga por el motor-, el híbrido enchufable -los que tienen una batería grande que se recarga por el motor de combustión y mediante un enchufe- o el eléctrico -pese a que aún es muy caro y aún hay muy poca infraestructura de puntos de recarga-.
El sector supone el 60% de la industria española y aporta el 11% del PIB, pero está sufriendo las consecuencias de varias crisis: la económica y la sanitaria que ha provocado el Covid, la de chips y la incertidumbre
Hace poco más de un mes, trabajadores del automóvil se manifestaron ante Industria y exigieron abordar los estragos de un sector que ha perdido 15.000 empleos desde el verano. Sin embargo, parece no importarle mucho a la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, que en su balance anual ha presumido: “Cumplimos los principales hitos para consolidar una reactivación económica y social justa”.
Vayamos a las cifras. Hasta noviembre, las ventas aún eran un 33% inferiores a las de 2019 y las asociaciones del sector (Anfac -fabricantes-, Faconauto y Ganvam -vendedores-) prevén cerrar este año en torno a las 855.000 unidades, en línea con las vendidas en 2020 (851.211 turismos y todoterrenos), sobre todo por la caída de la demanda que ha provocado la crisis de chips. A esto se suma que desde octubre, tanto la producción automovilística como la exportación caen respecto a 2020, cuando ya existía la pandemia: la fabricación bajó un 2,5% en los diez primeros meses y la caída se elevó al 5,8% hasta noviembre; y el envío al exterior ha tenido unos descensos del 1,6% t del 4,8% en dichos períodos.
En 2020, en el sector del automóvil hubo un frenazo: cayeron las ventas (-32,3%), la producción (-19,6%), las exportaciones (-15,5%), y 409 empresas echaron el cierre. Pero ojo, porque en 2021 no ha arrancado y más compañías podrían verse obligadas a echar el cerrojo. Y la cosa aún podría empeorar si se mantienen las crisis que actualmente padece y si hay otras consecuencias negativas derivadas de la reforma laboral de Díaz y de la subida del impuesto de matriculación que llegará el próximo 1 de enero.