‘Spain is different’ y sus bancos también. Si hace unas semanas vimos cómo las entidades norteamericanas sacrificaban parte de sus beneficios para engordar las dotaciones destinadas a cubrir futuros impagos, el viernes comprobamos que los bancos franceses, concretamente Société Générale, han hecho lo mismo. Efectivamente, el tercer banco de Francia ganó un 78% menos tras aumentar las provisiones hasta 1.234 millones, frente a los 614 millones de un año antes.
Hablamos de un negocio bancario al alza, con unos ingresos crecientes impulsados por las subidas de tipos y todavía ajeno al parón de la actividad económica.
Las entidades españolas, sin embargo, han hecho todo lo contrario y han presentado mejores resultados que las norteamericanas y las francesas. El último ejemplo, Ibercaja, que el viernes notificó un aumento del beneficio del 15,4% tras reducir las provisiones un 13,3%.
Esto es bueno y, al mismo tiempo, muy arriesgado cuando enfrente hay una señora llamada Nadia Calviño, que no necesita argumentos para desplegar toda su demagogia, que llega hasta el infinito y más allá.
Efectivamente, la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos no desaprovechó la oportunidad e insistió el viernes en castigar a los bancos con el impuestazo que gravará, no el beneficio, que sería lo lógico, sino el margen financiero de las entidades.
“No hay que perder de vista que las grandes entidades financieras españolas están estos días anunciando unos enormes beneficios extraordinarios que justifican este impuesto temporal”, afirmó.
“Los bancos tienen margen y no tienen necesidad de trasladar ese gravamen a los clientes”, aseguró la ministra el viernes, amparada por los millonarios beneficios de las entidades durante los nueve primeros meses del año. ¿Que el impuesto no gusta en el BCE? Peor para ellos. “Por supuesto que vamos a seguir adelante con este gravamen”, respondió, para luego ampliar la dosis de demagogia: el Gobierno ya ha analizado “las cuestiones que suscita el BCE”, naturalmente.
El día anterior, Pablo Hernández de Cos volvía a lanzar un mensaje de alerta: “La crisis va a tener un impacto y va a causar daños a la banca”. Sí, en el corto plazo, la subida de tipos impulsará el beneficio bancario, pero el parón de la economía puede provocar una contracción del crédito y un aumento de la morosidad en el medio y largo plazo. Un consejo que las entidades han ignorado, circunstancia que Calviño ha utilizado convenientemente.
Para que se hagan una idea, Caixabank ha evaluado en 450 millones lo que tendrá que pagar por el impuesto, con cargo a 2022, además de todos los demás impuestos que ya paga.
El diputado de Vox, Rubén Manso, lo explicó con mucha claridad el jueves en el Congreso. La “prestación patrimonial de carácter público no tributario”, que así se llama el nuevo impuesto, que gravará el 1,2% de los ingresos de las energéticas y el 4,8% del margen financiero de la banca (los ingresos), equivale a subir la cuota tributaria de estas empresas en 12 puntos o, lo que es lo mismo, un crecimiento del 20% de los beneficios de estas entidades -bancarias y energéticas- sería totalmente absorbido por el nuevo impuesto.
En cualquier caso, como señaló Manso, “el beneficio extraordinario de las actividades ordinarias no existe”, en todo caso, “existen resultados no recurrentes por desinversión, pero no es eso lo que gravan”.