Este viernes, Siemens Energy vive un batacazo en bolsa, el mayor de su historia (que comenzó a finales de 2020 al escindirse del gigante industrial alemán). Y es que se desploma un 32%, tras rebajar las previsiones del ejercicio por mayores fallos en las turbinas eólicas de Gamesa, lo que le costará unos 1.000 millones de euros, según estiman. Pero el mercado -y por tanto, los inversores- parece que no se lo creen y tienen demasiadas dudas.

Por “el incremento sustancial” de fallos en las piezas de turbinas eólicas, Siemens Gamesa ha iniciado una “amplia revisión técnica” de los diseños. Asimismo, se están revisando los supuestos “críticos” para el actual plan de negocio porque no está mejorando la productividad. Todo esto ha llevado a que Siemens Energy anulara sus estimaciones de beneficios para esta compañía y para Gamesa, aunque sí mantiene los pronósticos para los otros tres negocios energéticos que tiene (servicios de gas, tecnologías de redes y transformación industrial). Y ojo, porque si no se resuelven los problemas no sería de extrañar que hubiera más despidos y más cierres de fábricas... 

Las tensiones en la cadena de suministro y los mayores costes están afectando a la instalación de turbinas (con retrasos y sobrecostes) y también la notan otras empresas del sector como Vestas y Nordex, pero en el caso de Siemens Gamesa se añade que sus turbinas están presentando fallos

No es la primera vez que vemos una rebaja de previsiones en la división energética de Siemens ni tampoco en Gamesa, de hecho ya hemos perdido la cuenta de cuántas llevan en los últimos años. La más cercana se produjo hace poco más de un mes, cuando presentó los resultados de su segundo trimestre fiscal (enero a marzo) -y por ende, de su primer semestre (octubre a marzo)-, que no fueron buenos. En total, entre octubre y marzo sus números rojos se elevaron a 677 millones, frente a los de 292 millones del mismo periodo del ejercicio anterior y el beneficio operativo siguió en terreno negativo (-487 millones), reflejando los mayores costes que está afrontando, así como los desafíos de la cadena de suministro y la industria eólica. Esta última vive una crisis, pese a la creciente apuesta mundial por las renovables, debido a las tensiones en la cadena de suministro y los mayores costes, dos aspectos que están afectando a la instalación de turbinas (con retrasos y sobrecostes) y que también viven otras empresas del sector como Vestas y Nordex (que tiene a los Entrecanales como primeros accionistas y gestores a través de Acciona y a la familia Quandt al mando), pero en el caso de Siemens Gamesa se añade que sus turbinas están presentando fallos.

Hace poco más de un mes, el CEO de Siemens Energy, Christian Bruch, anunció que rebajaban la previsión de margen de beneficios antes de partidas especiales al extremo inferior del rango 1-3%, por “el continuo entorno de mercado desafiante en la industria eólica”, y que las pérdidas netas del presente ejercicio que finalizará en septiembre serán superiores a las del anterior (-647 millones) y a las del 2021 (-560 millones), por lo que encadenará tres ejercicios consecutivos en números rojos desde su escisión de Siemens. Recuerden que la división energética vuela sola desde septiembre de 2020, aunque su principal accionista sigue siendo el gigante industrial alemán, que decidió insistir en el ‘esquema Villalonga’ (ya saben, el mismo que puso en marcha Juan Villalonga cuando presidía Telefónica, bajo el principio infundado y muy anglosajón de que la suma de las partes vale más que el todo) esperando tener el mismo éxito que con la escisión del negocio de dispositivos médicos (Siemens Healthineers), pero no ha sido así. Claro que eso no le ha llevado a renunciar a dicho esquema, pues hace ocho meses, anunció que segregará su negocio de motores y sistemas de accionamiento eléctrico.

El maltrato alemán a los minoritarios ha vivido su último episodio con la opa de exclusión sobre Gamesa para hacerse con el 100%: la oferta fue aceptada por el 92,72%, se amplió la orden de compra y llegaron al 97,7%. Y la semana pasada, en una junta, aprobaron una reducción de capital sobre el 2,21 % de acciones restantes que no tenían, haciéndose así con el 100%

Volvamos a Siemens Energy, donde no sólo está saliendo mal la escisión sino que la toma del control total de Siemens Gamesa le está saliendo bastante cara y el fabricante de aerogeneradores va cada vez peor desde que los alemanes están al mando. Lejos quedan los años de éxito de la compañía que fundó Juan Luis Arregui (también fundador y máximo accionista de Ence, donde es presidente de honor y sus tres hijos se sientan en el Consejo) en 1976, y en la que entró su amigo, Ignacio S. Galán, como accionista a través de Iberdrola. Esta última llegó a tener casi el 25% y aunque presumía de defender a los minoritarios, al final dejó que cayera en manos alemanas con una fusión que se materializó en 2017 y en febrero de 2020 se despidió con la venta del 8,07% que le quedaba por 1.099 millones. El maltrato a los minoritarios por parte de los alemanes ha vivido su último episodio con el lanzamiento de una opa de exclusión sobre Gamesa para hacerse con el 100%, sí o sí: la oferta sólo fue aceptada por el 92,72% del accionariado, pero se amplió la orden sostenida de compra hasta la suspensión del cotización el pasado 7 de febrero y elevaron su participación al 97,7%. Meses después los alemanes anunciaron un ultimátum para los minoritarios y la semana pasada, en una junta de accionistas, aprobaron una reducción de capital sobre el 2,21 % de acciones restantes de Gamesa que no tenían, haciéndose así con el 100%.

Y por cierto, el batacazo bursátil de Siemens Energy también se está notando, aunque mucho menos, en la cotización de Siemens: baja un 2,7%, a pesar de que hace poco más de un mes tuvo buenos resultados con los que parecía haber dejado atrás la crisis de Gamesa.