Lo decía, no sin cierta ironía, un directivo del Santander: BBVA es el favorito de los analistas, aunque no tengo claro si eso es bueno o es malo. Se supone que, en principio, es bueno. BBVA es el banco más mimado por los analistas... y el más vigilado por el Banco Central Europeo (BCE). Pero recuerden lo de Luis Valls: escuchemos a los expertos y luego hagamos lo contrario de lo que aconsejan.
Ojo, el problema de imagen, de reputación, de BBVA, es no sólo por Villarejo, que también, sino por Turquía y México. Turquía, por... razones obvias. México, porque es una economía sentada sobre el polvorín Andrés Manuel López Obrador, que todo lo que toca lo convierte en caos. No se equivoquen, ahora mismo México va bien, pero se trata de eso: de ahora mismo.
Su reputación corporativa está por los suelos pero es el banco español que con más entusiasmo juega a rentabilidad, que no a solvencia, y el que más ha mermado sus provisiones... pero a los analistas les gusta
A Carlos Torres, presidente del BBVA, la red española -un verdadero desastre- ha dejado de importarle. Sabe que se la juega en América y Asia menor, dos lugares que no gustan en Fráncfort... como creo haber dicho antes.
Entendámonos: la reputación corporativa está por los suelos y el caso Villarejo, como ya hemos explicado en Hispanidad, supone una ocasión espléndida para que Fráncfort imponga un cambio en la Presidencia.
BBVA ha presentado peores resultados que Santander, su referencia, pero Carlos Torres ha iniciado una carrera hacia adelante: o se consolida o se estrella
Ahora bien, no olvidemos que Torres juega a órdago, juega a rentabilidad, con más entusiasmo. Ejemplo: es el que más ha mermado sus provisiones con cargo al ejercicio 2022... pero a los inversores les gusta que se preocupe por el presente y no por el futuro, como ellos mismos.
Mismamente, BBVA ha presentado peores resultados que Santander, su referencia, pero a Carlos Torres ni le preocupa: ha iniciado una carrera hacia adelante: o se consolida o se estrella.