Carlos Torres conoce perfectamente la historia del BBVA y cómo su antecesor y el hombre que le puso al frente de la entidad, Francisco González (FG), echó del banco a todas las familias de Neguri para hacerse con el poder absoluto. La sede social ha seguido en Bilbao, pero poco más, hasta que Torres llegó a la Presidencia.
Porque al poco de aterrizar, Torres trasladó la entrega de los premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, de Madrid a Bilbao, y potenció el papel de la sede bilbaína de la Fundación. A esos acercamientos hay que sumar otro no menos significativo y más reciente: la puesta en marcha de dos centros tecnológicos en los que trabajarán 200 personas, durante este año 2022.
Por cierto, no serán empleados del BBVA, sino subcontratados, pero esa es otra historia.
Torres necesita acercarse al País Vasco o, lo que es lo mismo, al PNV. Oiga, y los líderes nacionalistas están encantados, porque ellos también quieren un BBVA más vasco, más de la tierra. Tranquilos, no es una cuestión romántica sino de interés político-económico.
Efectivamente, el PNV está empeñado en preservar el tejido empresarial del País Vasco. De ahí el cabreo por perder Euskaltel, vendida a Providence, KKR y Cinven, los fondos propietarios de MásMóvil. La cúpula del partido no puede consentir que aquello se repita, aunque para evitarlo haya que hacer malabarismos o encaje de bolillos empresarial, como en la adquisición de ITP a Rolls-Royce.
En el modelo peneuvista, mantener el control de un banco para servir a los intereses de la ‘patria’ es crucial. La cuestión es que a estas alturas de la película en la que el negocio bancario ha pasado a ser un negocio de escala, Kutxabank no basta. Hay que pensar a lo grande, por ejemplo, en el BBVA, aunque eso implique pasar de ser cabeza de ratón a cola de león. Traducido: el PNV podría aspirar, como máximo, a dos consejeros en el banco resultante, y eso siendo muy generosos.
Conviene recordar, como les contamos en Hispanidad, que la operación BBVA-Kutxabank ya estuvo presente cuando Torres y Josep Oliu negociaron la fusión BBVA-Sabadell. No salió y la opción vasca se desvaneció. Ahora es Torres el que se acerca al PNV, y tal vez encuentre el apoyo que ha perdido en el Consejo de Administración del banco.