Decíamos ayer que el BBVA quería que ganara Erdogan, y es cierto. Bueno, en realidad es lo que querían Carlos Torres y su número dos, el turco Onur Genç, enlace imprescindible entre Recep Tayyip y el ecosistema financiero del BCE. Al final, habrá que esperar a la segunda vuelta -28 de mayo- que, casi con total probabilidad, coronará a Erdogan para un nuevo mandato.
El mercado, en cualquier caso, ya lo está descontando, tal vez porque aunque no ganase la Presidencia sí ha logrado revalidar su mayoría en el Parlamento, lo que, en la práctica, le permitiría seguir gobernando. Y no conviene pasar por alto que el bueno de Tayyip ha remontado -los primeros sondeos le daban muy perdedor- gracias a mensajes claramente islamistas, ideales para los grandes inversores, como se pueden imaginar.
Así las cosas, la resaca de las elecciones del domingo dejan un BBVA tocado en bolsa, con una caída superior al 4% -es el peor del Ibex con diferencia-, frente a un índice y un sector que apenas se mueven. En la misma línea, la cotización de la filial turca, Garanti Bank, cae casi un 10%, esta sí, en línea con el resto de bancos turcos.
En definitiva, a los inversores, incluidos los fondos, no les gusta Erdogan, y al BCE tampoco. ¿Por qué será? ¿Hasta cuándo estará BBVA en Turquía, la única apuesta personal de Francisco González (FG) que queda en pie, tras las salidas de China y EEUU? Porque México no fue idea suya, ni mucho menos, sino todo lo contrario.