La relación entre Francisco González (FG) y Carlos Torres, no puede ser peor. El expresidente del BBVA nombró CEO a Torres en 2015, en sustitución de Ángel Cano para años más tarde, enero de 2019, designarle presidente ejecutivo, tras el estallido del caso BBVA-Villarejo.

En otras palabras, FG considera que si Torres ha llegado hasta donde está es únicamente gracias a él y por eso no esperaba que su sucesor actuara como lo hizo. Nos referimos, concretamente, a la ampliación del Forensic, encargado inicialmente a PwC a la que luego se sumaría el despacho Uría y Menéndez. Lo peor de todo no es que Torres introdujera a la firma históricamente vinculada al Santander, sino que lo hizo mientras FG disfrutaba de unos días de esquí, en la tranquilidad de la montaña. Eso duele.

Efectivamente, cuando volvió se encontró con que su ‘pupilo’, al que ha calificado en más de una ocasión como “consultor de quinta”, sin previo aviso, había ampliado el Forensic, entorpeciendo su defensa y perjudicando a la persona jurídica BBVA, imputada actualmente, al tiempo que le daba argumentos al fiscal Alejandro Cabaleiro, para no cerrar la instrucción, que aún hoy continúa abierta a pesar de las ganas del juez Manuel García-Castellón por cerrarla cuanto antes y dar paso al juicio oral. De momento no lo ha conseguido y lo más probable es que no lo logre en el corto plazo.

Pero no se preocupen en exceso, porque a pesar de la situación de debilidad prolongada que atraviesa Torres como presidente -ni siquiera el primer accionista respalda su obsesión por la sostenibilidad- tiene el futuro amarrado y bien amarrado, con un fondo de pensiones que en 2022 tenía acumulados 22,7 millones de euros. Habrá que ver si, llegado el momento, lo percibe en un único ingreso o si, por el contrario y tras un estudio actuarial, pasa a ser una renta vitalicia. Para que se hagan una idea, los 26 millones de Ángel Cano se convirtieron en una renta anual vitalicia de 1,8 millones de euros. Y si vive más tiempo y supera los 26 millones, no pasa nada: seguirá cobrando la misma cantidad hasta el día de su muerte.

Luego está la opción Corcóstegui, que se embolsó 110 ‘kilos’ en un único pago cuando abandonó el Santander, o la vía FG, que prefirió sacar del banco los 80 millones de su pensión, antes de su salida en 2019.