El despido de Inés Díaz Ochagavía como jefa de Seguridad del BBVA -martes 22- ha vuelto a poner en entredicho la supuesta colaboración del banco con la justicia en el caso Villarejo, con el consiguiente cabreo -más aún- del juez Manuel García-Castellón con Carlos Torres.

Efectivamente, el juez ve cómo en sus apariciones públicas el presidente de la entidad insiste y presume de colaborar con la justicia, pero en la práctica despide a todo aquel que decide hablar, como hizo Antonio Béjar en su día y más recientemente Díaz Ochagavía. Los dos están ya fuera del banco.

La ya ex responsable de Seguridad del BBVA acudió a declarar voluntariamente -marzo de 2021- para contar lo que sabía, y provocó cambios de enjundia en la instrucción. Miren si hubo cambios que entró en la Audiencia Nacional como testigo y salió como imputada (ahora, investigada).

Lo más significativo de su declaración, sin embargo, fue poner en el candelero al Dircom del banco, Pablo García Tobin -conocido como Paul Tobin-, al que García-Castellón imputó y tomó declaración poco después. Hasta entonces, Tobin, administrador de la cuenta en la nube para el caso Cenit, había pasado totalmente desapercibido, tanto para el juez como para el fiscal. Recuerden que Tobin ya era el portavoz del banco cuando Torres fue nombrado presidente.

Salió Julio Corrochano y ahora sale su sucesora, Díaz Ochagavía, para dar entrada al coronel del Ejército de Tierra, Carlos Serres, hasta ahora agregado militar en la embajada de España en Moscú. Curioso, porque no es habitual ver a un militar como jefe de Seguridad de una gran empresa. Tal vez sea para distinguirse de la etapa anterior. En cualquier caso, García-Castellón sigue muy cabreado.