El anuncio de la subida de tipos por parte del BCE ha devuelto la sonrisa a los banqueros, después de años soportando, incluso, tasas negativas. Prestar dinero volverá a ser negocio, por fin. Pero cuidado, porque no están solos: lo mismo han estado esperando las Fintech o las start up con vocación Fintech.

Ha llegado su momento. Ya nadie quiere ser banco y sí financiera, con la mirada puesta en las próximas subidas de tipos del BCE, que podrían incluso intensificarse durante 2023 si la inflación continúa desbocada. Tener depósitos no -implica mucha regulación, mucha burocracia-, pero créditos sí.

Por eso, los bancos deben ponerse las pilas si no quieren que las Fintech, más ágiles a la hora de hacer cambios estratégicos y con una mejor reputación entre los jóvenes, les coman la tostada como financieras. Santander Consumer Finance es un buen ejemplo de lo que estamos hablando, además de uno de los negocios más queridos por su presidente, Ana Botín.

Luego está la parte fiscal de las fintech o, mejor, la falta de fiscalidad de las tecnológicas. “Nosotros pagamos el 30% en impuestos, ¿cuánto pagan las tecnológicas”, se preguntó Botín en junio durante un encuentro en el Banco de España. Eso sin contar con el nuevo impuesto anunciado por Pedro Sánchez esta semana y que ha provocado, de entrada, la pérdida de 5.500 millones de euros de valor bursátil de los bancos.

Ante la inminente subida de los tipos de interés, es el momento de los bancos, pero también de las tecnológicas. Y cuidado, porque estas últimas son mucho más ágiles y no están sujetas a la pesadísima regulación bancaria: no tienen depósitos, solo dan préstamos. Son financieras. El día que Google se dedique a dar préstamos al consumo, los bancos se pueden echar a temblar. ¿Y a que no adivinan desde dónde operaría? Correcto: desde Irlanda, Luxemburgo o Islas Caimán, por ejemplo.