Beatriz Corredor es amiga de Pedro Sánchez y miembro de su ‘smart people’ (la nueva versión de la ‘beatiful people’ felipista), y le debe la presidencia de Redeia (la antigua Red Eléctrica) desde el 21 de febrero de 2020. Un cargo que peligra si gana el PP en las elecciones del 23-J y llega a La Moncloa, por eso apoya la ‘campaña’ de su jefe y amigo, y también carga contra los medios de comunicación que les critican.

En un desayuno informativo organizado por la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE), Corredor ha señalado que un buen líder debe “adaptarse, ser honesto, ejemplar y humilde”, y que de “las personas a las que escuchas lo que no quieres oír es de las que más aprendes”. Eso sí, entre estas últimas no estarían “los medios públicos que critican todo el día y se inventan las cosas”, por supuesto. Ya saben que para Sánchez los medios de comunicación tenemos la culpa de muchas cosas, aunque ahora se esté paseando por varios platós de televisión y emisoras de radio para conceder un gran número de entrevistas y defender, entre otras cosas, que no nos ha mentido, sino que ha cambiado de opinión.

Prefiere no nombrar a Amancio Ortega y hablar de Larry Fink (BlackRock): “Le tengo mucho respecto porque dice por dónde va la economía”. Entonces debe tener en cuenta el giro que ha dado Fink, para quien ahora primero va la economía y luego la ecología

 

Esta exministra socialista es licenciada en Derecho y funcionaria del Estado al ser registradora de la Propiedad, Mercantiles y de Bienes Inmuebles, como el expresidente pepero Mariano Rajoy. Por cierto, de este último puesto que ganó por oposición está en excedencia y ante los que la criticaron por llegar a Red Eléctrica sin tener ninguna experiencia en el sector energético presume de que “los juristas sabemos estudiarnos la regulación y entenderla”. También ha referido que “alguien puede decir que tengo el don de la oportunidad” porque estando al frente del Ministerio de Vivienda en el segundo Gobierno Zapatero tuvo que lidiar con la crisis inmobiliaria que surgió en 2008 y ahora, presidiendo Redeia, ha tenido que afrontar la crisis energética.

Corredor también ha aludido al curioso pacto que llegó con el CEO, Roberto García Merino: “Yo me voy a quedar con las pes (políticos y periodistas) y tú con las íes (inversores e ingenieros)”. Todo ello dentro de una “empresa con vocación de servicio público”, en la que la SEPI (o sea, el Estado) controla el 20%. Entre el resto del accionariado se encuentra “Pontegadea, un inversor institucional español”, o sea, Amancio Ortega, pero la socialista ha preferido no nombrarle; y BlackRock, el fondo colonizador del Ibex que dirige Larry Fink, de quien sí ha hablado: “Le tengo mucho respecto porque dice por dónde va la economía”. Entonces debe tener en cuenta el giro que ha dado Fink, para quien ahora primero va la economía y luego la ecología. Claro que, por el momento, Corredor prefiere referir que “son tiempos para un capitalismo ético, que genere valor social” y de que “cada vez más se nos evalúa a las compañías por nuestra capacidad de generar impacto positivo en el entorno. Por eso, medirlo, monetizarlo y difundirlo ya no es una opción”.

Y es que por mucho que Corredor afirme que “sin transmisión no hay transición”, aludiendo a la tarea de Redeia (compañía transportista de electricidad y operadora del sistema eléctrico español), y que “no basta con desplegar por el territorio las renovables, sino que es necesario integrarlas en la red”, hay que sabe cuánto cuesta y quién lo paga. Y otro inconveniente, para Corredor también hay que tener en cuenta los territorios donde se instalan esas renovables, teniéndoles en cuenta y escuchándoles: “hace falta esa licencia y legitimación social”. Y por supuesto, sigue defendiendo otros mantras socialistas, como la mayor presencia femenina en las empresas, mucha presencia de renovables y el cierre de las nucleares. Además, le gusta el borrador para la actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que se ha enviado a Bruselas, está en consulta pública e incluye el autoconsumo (en cocnreto, 19 gigavatios, lo que equivale a “19 centrales nucleares”) y el almacenamiento (donde señala que no sólo baterías, sino que lo mejor es el bombeo en las centrales hidroeléctricas y que también puede ayudar el hidrógeno verde).