Boeing no remonta bajo el mando de Robert K (más conocido simplemente como “Kelly”) Ortberg, quien llegó a la silla de presidente y CEO el pasado 8 de agosto. Hace unos días ha anunciado 17.000 despidos, así como el retraso de la primera entrega del avión 777X para el año 2026, y a la vez, ha empezado a encarar el segundo mes de huelga en EEUU.

El fabricante aeronáutico estadounidense quiere recortar el 10% de la plantilla para reducir costes, debido a la fuerte crisis que afronta por problemas relacionados con la seguridad y los materiales de sus aviones. Claro que también hay otro motivo de peso vinculado a los resultados económicos: la previsión de obtener unas pérdidas de 6.100 millones de dólares (unos 5.585 millones de euros) en el tercer trimestre, pero habrá que esperar hasta el próximo día 27 para ver si se confirma tan mal augurio. En caso de que así suceda, supondría un notable empeoramiento de la situación, tras los números rojos de 1.654 millones que obtuvo en el primer semestre y que triplicaron los del mismo periodo de 2023, pese al aumento de los ingresos (+11%).

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El ajuste de plantilla afectaría al 10% (unas 17.000 personas), incluyendo a ejecutivos, gerentes y trabajadores. Asimismo, cabe recordar que la medida llega después de la suspensión de algunos empleados, la congelación de las contrataciones y la reducción de los viajes corporativos.

Boeing llegó a ofrecer un alza salarial del 25%, e incluso del 30%, pero los 33.000 empleados y el sindicato IAM reclaman el 40%

Por si lo anterior no fuera ya bastante, “Kelly” Ortberg afronta una huelga de 33.000 empleados en EEUU por el nuevo convenio colectivo, convocada por su mayor sindicato (la Asociación Internacional de Maquinistas y Trabajadores Aeroespaciales -IAM, por sus siglas en inglés-). En su primer mes, que se ha cumplido el pasado domingo 13, la huelga le ha costado a Boeing casi 5.000 millones de dólares (unos 4.578 millones de euros), según un nuevo análisis de Anderson Economic Group publicado en exclusiva en la CNN, y que además, está afectando a la producción de los aviones 737 Max, 767 y 777. Es cierto que el fabricante aeronáutico intentó evitar la huelga: ofreció un acuerdo que incluía un alza salarial del 25%, e incluso del 30%, para los próximos cuatro años, pero al final limitó la oferta al 20%. Sin embargo, para los empleados (unos 33.000 de las plantas situadas en el entorno de la ciudad de Seattle y que suponen cerca del 20% de la plantilla total) y el sindicato IAM no resulta suficiente, pues reclaman una subida salarial del 40%, que compense el aumento de costes desde la última revisión (la cual tuvo lugar hace 16 años, después de otra huelga). Es más, el sindicato se mantiene firme y subraya que su postura “no es negociable”.

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Ahora, cuando acaba de empezar el segundo mes de huelga, Boeing también debe hacer frente al desplome en bolsa: acumula una depreciación del 10% en los últimos seis meses y del 40% en lo que va de año, tras la crisis de seguridad y reputación que surgió cuando un avión de Alaska Airlines perdió parte de su fuselaje en pleno vuelo. Otro golpe que se sumó a los problemas que afronta en los últimos años, tras dos accidentes de aviones 737 Max que ocurrieron en 2018 y 2019 y dejaron 326 muertos, y el batacazo que supuso la pandemia del Covid-19 en los viajes. De hecho, en los últimos cinco años su cotización se ha hundido un 56%. Menos valor de mercado y, por ende, salida de efectivo en Boeing, mientras las agencias de calificación crediticia S&P y Moody’s estudian rebajar su calificación crediticia a ‘basura’.

Ante todo este delicado panorama, el fabricante aeronáutico estudia lanzar una ampliación de capital por unos 10.000 millones de dólares (9.155,6 millones de euros) y puede que “Kelly” Ortberg, un ingeniero de 64 años, se haya empezado a arrepentir de haber dejado el ‘retiro’ del que disfrutaba desde que le prejubilaron en su anterior empleo en 2021.