Los países de la Unión Europea acordaron este martes rebajar las normas bancarias de Basilea III y aplazar el inicio de su aplicación, prevista para 2023, hasta 2025, y su adaptación completa hasta 2030. ¿Por qué razón? Porque no está el horno para bollos, por un lado, y porque así, Bruselas rebaja el poder que tiene Fráncfort en su propio terreno, el bancario.
Conviene recordar que, aunque el BCE es el supervisor, con potestad, incluso, para tumbar un candidato para CEO de una entidad, la cuestión bancaria más decisiva -la resolución y liquidación de las entidades- depende de la JUR (Junta Única de Resolución), que depende a su vez de Bruselas, no de Fráncfort.
Conviene recordar que la JUR tiene la principal potestad bancaria -liquidar entidades- y no depende del BCE, sino de Bruselas
“Es importante tener en cuenta las especificaciones del sector bancario europeo y la situación específica en nuestros Estados miembros. Confío en que los textos actualizados que hemos acordado hoy logren esos objetivos”, afirmó Zbynek Stanjura, ministro de Finanzas de Chequia, país que preside la UE durante este semestre. El acuerdo aún no es definitivo y debe pasar por el Parlamento Europeo.
Hablamos de rebajar las reglas para evaluar la idoneidad de los directivos bancarios, las condiciones para que terceros países puedan operar en la UE -por ejemplo, China, presente ya en otro sector estratégico como el energético- y de rebajar las exigencias de capital a las entidades.
Al BCE no le gustó el acuerdo, naturalmente, y su vicepresidente, Luis de Guindos, advirtió a los presentes sobre el riesgo de relajar la aplicación de Basilea III. “Cada desviación puede parecer solo una grieta aislada en el dique que protege al sector bancario europeo, pero juntas, esas numerosas grietas erosionan la solidez y estabilidad del dique”, afirmó.