Cajamar cerró 2023 con una rentabilidad sobre recursos propios (ROE) del 3,2%, una de las más bajas del sector, sino la más baja, y eso que mejoró respecto al año anterior, cuando cerró con un ROE del 2,05%. Sea como fuere, la gran asignatura pendiente de Cajamar es su rentabilidad. No es una asignatura menor, como se pueden imaginar y debería centrar los esfuerzos en este 2024.
La noticia positiva es que va por buen camino o así, al menos, lo muestran los resultados presentados el martes. La entidad que preside Eduardo Baamonde ganó 126,9 millones de euros, un 67,6% más que en 2022, gracias a la buena evolución del negocio típico bancario. El margen de intereses aumentó un 51,3%, hasta 1.063 millones de euros, y las comisiones, un 2,8% hasta 271 millones. El margen bruto aumentó un 24,4% y alcanzó los 1.331 millones.
En el comunicado remitido a los medios, la entidad destaca la mejora de la eficiencia, que cerró en el 49% frente al 56,3% de diciembre de 2022. Una evolución muy positiva que equipara a Cajamar con el resto del sector. La morosidad, por su parte, cerró en el 2%, frente al 2,6% del año anterior, y la tasa de cobertura se situó en el 74%, frente al 68,4% anterior.
Lo dicho, Cajamar cerró un buen año, con una evolución positiva también en el plano comercial, pero con la asignatura pendiente, y no menor, de la rentabilidad.