Después de un 2020 espectacular, en el que el teletrabajo forzoso impulsó la venta de ordenadores y portátiles, Lenovo no ha vuelto a ser la misma. Así, durante su primer semestre fiscal (abril-septiembre), la facturación cayó un 20%, hasta los 27.310 millones de dólares (unos 25.140 millones de euros) y el beneficio se desplomó un 60% y no superó los 426 millones de dólares (en euros, unos 390 millones).

Esto a pesar del crecimiento del negocio ajeno al hardware, que ya representa el 40% de los ingresos de la compañía, según el director general de Lenovo Iberia, Alberto Ruano, que este jueves presentó los resultados del Grupo.

Ruano, sin embargo, es optimista y confía en aumentar la facturación durante el Black Friday y Navidad. Hay mucho en juego porque es ahora cuando se concentran gran parte de las ventas del año.

En cualquier caso, como decimos, Ruano es optimista de cara a 2024 por una sencilla razón: los ordenadores que se estropean a los tres años no se suelen reparar -sólo el 1%-, y en 2024 se cumplirá ese plazo para los dispositivos vendidos durante la pandemia. Pero esto no tiene nada que ver con la obsolescencia programada, sino con el desgaste lógico por el uso. La pregunta, entonces, es: ¿Por qué ahora se estropean antes las cosas, que hace 20 o 30 años?