A 85 kilómetros de Tarragona, en el paisaje de la ribera del río Ebro destaca la torre de refrigeración de la central nuclear de Ascó expulsando vapor de agua limpio a la atmósfera. Pero los verdaderos protagonistas son los edificios de contención que albergan los dos reactores, que son los que generan electricidad sin emitir CO2, de forma estable y segura. Esta central, como hace unas semanas hizo la de Almaraz, se ha reivindicado ante la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, en un año en el que se afrontará la revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) -este incluye los primeros cierres de los reactores españoles-. Y que Ascó puede operar al menos durante otros 20 años, y de hecho, tiene la vista puesta en operar a largo plazo y hacerlo como siempre, con unos altísimos niveles de seguridad, de los que hemos sido testigos de primera mano en la visita de un grupo de periodistas.
Esto no es baladí, porque a Ribera le gusta todo lo verde, pero se niega a dar la más mínima oportunidad a la nuclear más allá del calendario de cierre progresivo previsto para entre 2027 y 2035. Si no hay cambios -y la oportunidad perfecta de hacerlos es la revisión del PNIEC-, España prescindirá de esta energía pese a que contribuye a luchar contra el cambio climático y ofrece seguridad de suministro, la cual ha sido recientemente defendida por el comisario europeo, francés y masón, Thierry Breton; así como por el Papa y Rafael Mariano Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de Naciones Unidas.
En Ascó, su reactor I empezó a funcionar en diciembre de 1984 y el II en marzo de 1986. Desde entonces han contribuido a producir más de 500.000 gigavatios hora (GWh) de luz, una marca inalcanzable para la mayoría de instalaciones de generación eléctrica. Y esta podría mejorar aún más si se les da la oportunidad de operar a largo plazo
La Asociación Nuclear Ascó-Vandellós II (ANAV) es una agrupación de interés económico que opera tres de los siete reactores españoles operativos y está participada por Endesa e Iberdrola. El de Ascó I cerrará en 2030, el de Ascó II en 2032 y el de Vandellós II en 2035, si no hay cambios, pero a día de hoy generan el 10% de la electricidad española, sin emitir CO2, y ojo, el 55% de la de Cataluña. Una labor que crea más de 1.900 empleos, a los que suman otros 1.200 en las paradas de recarga de combustible que se realizan cada 18 meses: ANAV emplea a 474 personas en la central de Ascó y a 447 en la de Vandellós, a los que se suman otros 567 y 426 de empresas de servicios, respectivamente; alcanzando unos totales de 1.041 y 873 en cada caso.
Centrándonos en Ascó, su reactor I empezó a funcionar en diciembre de 1984 y el II en marzo de 1986, y desde entonces han contribuido a producir más de 500.000 gigavatios hora (GWh) de luz, una marca inalcanzable para la mayoría de instalaciones de generación eléctrica. Y esta podría mejorar aún más si se les da la oportunidad de operar a largo plazo, algo en lo que tienen la vista puesta como reflejan las inversiones millonarias en su programa de mejora continua de seguridad y en la incorporación de “experiencias operativas y lecciones aprendidas”, en palabras de Montse Godall, directora de Comunicación y Relaciones Externas de ANAV.
Tras lo ocurrido en Francia (grietas en las tuberías de los sistemas de inyección de seguridad), se han revisado todas las centrales españolas, pero no se han detectado problemas; y tras el accidente de Fukushima todas superaron un test de estrés, pero decidieron ir más allá de las bases de diseño
Por ejemplo, tras lo ocurrido en Francia, se han revisado todas las centrales españolas, pero no se han detectado problemas. Recuerden que en el país vecino se pararon muchos reactores al detectarse grietas (denominadas corrosión bajo tensiones, en el argot técnico) en las tuberías de los sistemas de inyección de seguridad, algo que “no es un tema del material utilizado sino de la fabricación”, ha explicado Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear, pues aunque las nucleares francesas tienen un diseño similar a las españolas, no se fabricaron igual. El presidente de la asociación que agrupa a la industria nuclear española ha añadido que los problemas galos ya se están corrigiendo y “ya tienen 43-44 reactores en funcionamiento de los 57 totales”.
Otro ejemplo de esas inversiones en seguridad se produjo tras lo que sucedió en Fukushima (Japón), que alcanzaron los 100 millones de euros, y ademas se realizaron test de estrés a todas las centrales españolas que superaron pero decidieron ir más allá de las bases de diseño. Lo más destacado de estas inversiones ha sido la creación del Centro Alternativo de Gestión de la Emergencia (CAGE), una especie de bunker totalmente preparado para que la central pueda funcionar de modo autosuficiente durante 72 horas. El de Ascó cuenta con “espacio para trabajar y para vivir para 120 personas y el de Vandellós para 60”, ha señalado Godall, y la comida almacenada se dona antes de que caduque a entidades sociales (Cáritas u otras del entorno, y el año pasado se mandó a Ucrania). El CAGE de Ascó pseudofuncionó cuando la borrasca Filomena: “Se quedó parte del Retén de Emergencia, por si se activaba el Plan de Emergencia Invernal”, añade.
Tras Fukushima, Ascó invirtió 100 millones en su proyecto de refuerzo de la seguridad, que incluyó: crear el Centro Alternativo de Gestión de la Emergencia (CAGE), una especie de bunker preparado para que la central pueda funcionar de modo autosuficiente durante 72 horas; y plantearse el peor escenario posible (la rotura de las tres presas superiores del Ebro a la vez)
Este bunker se completa con un Almacén Seguro, que alberga, entre otras cosas, un camión al que se le pueden acoplar distintos elementos y otros equipos portátiles. Y cerca se encuentra la plataforma para la evacuación aérea a la que llegaría la Unidad Militar de Emergencias (UME), en caso necesario. Y no se puede olvidar que junto al personal de seguridad de compañías privadas, como España está en el nivel 4 de alerta antiterrorista hace años se decidió que hubiera Unidades de Respuesta de la Guardia Civil en cada central, las cuales son pagadas por las propias nucleares... elevando su larga lista de elevados y redundantes impuestos, que si se redujeran podrían hacer que la nuclear fuera aún más barata, como refirió Araluce hace unos meses a Hispanidad. Claro que tras lo de Fukushima, el proyecto de refuerzo de la seguridad de Ascó incluyó que se plantearan el peor escenario posible que podrían afrontar: “Se postuló la rotura de las tres presas superiores del Ebro a la vez”, ha citado Godall. Además, la central cuenta con dos generadores diésel, más otro de seguridad y otros dos portátiles, y una línea directa con la presa de Ribarroja para que hacer frente a interrupciones de suministro.