En la mañana de este viernes se han conocido los resultados consolidados al cierre del cuarto trimestre de Cepsa, y por ende, los anuales de 2023, que no han sido buenos y han confirmado lo visto en los tres trimestres precedentes. Todo ello se debe a la presión de las medidas “progres” del Gobierno Sánchez; la locura verde globalizada sobre las compañías energéticas, que les está obligando a buscar alternativas que hoy aún no son viables, ni rentables, y que nos está llevando al consumo de energías caras que obligan a las compañías a mantener unos precios con márgenes de baja rentabilidad por las enormes inversiones a realizar; y se añaden impuestos especiales, como el famoso impuestazo energético.

Como ya habíamos visto en las cifras hasta septiembre, Cepsa ha notado la venta de los activos petroleros en Abu Dabi y el impacto del impuestazo, así como el abaratamiento del crudo que ha afectado a otras compañeras de sector (Repsol, la argentina YPF, mexicana Pemex, la italiana Eni, la lusa Galp, la noruega Equinor, la británica BP, la anglo-neerlandesa Shell o las estadounidenses ExxonMobil y Chevron), excepto a TotalEnergies. El impacto del impuestazo energético ascendió a 323 millones de euros -M€-, equivalentes al 1,2% de las ventas registradas en el ejercicio 2022, convirtiendo a la petrolera que es propiedad en un 61,5% del fondo soberano de Abu Dabi -Mubadala- y en un 38,5% del fondo de inversión estadounidense The Carlyle Group en la energética más perjudicada por este impuesto. La contribución fiscal total de la compañía ha aumentado a 5.529M€, de los que el 75% se pagaron en España. Estas cifras han resultado capitales para que haya acabado registrando unas perdidas netas de 233M€, frente a los 1.100M€ de beneficios registrados en el ejercicio anterior. Sin el impacto del impuesto y otros ajustes de inventario, el resultado podría haber ascendido a un posible beneficio de 278M€.

El resultado bruto de explotación (ebitda), evidentemente, se ha visto reducido por la desinversión realizada y por la bajada significativa de los márgenes de refino en el cuarto trimestre, cerrando el ejercicio en 1.402M€, 1.537M€ menos que en el de 2022. Por negocios, el ebitda de la división Química se ha desplomado un 42%, a 223M€; mientras que el de Energía (que agrupa Energy Parks, Commercial & Clean Energies, Mobility & New Commerce y Trading) se ha situado en 830M€, muy similar al del ejercicio precedente, que fue de 828M€, pues la subida de un 4% de los márgenes de refino y el alto índice de utilización de los parques energéticos en un 90% lo hicieron posible. Y en el negocio de Exploración y Producción (denominado upstream en el argot petrolero) se ha hundido un 74%, pasando de 1.868M€ a 493M€, tras la venta de activos petroleros en Abu Dabi.

Las inversiones en 2023 han descendido levemente (-1%), situándose en 732M€. De estos, el 40% se ha destinado a proyectos ambientalmente sostenibles. entre los que destaca la construcción de una planta de biocombustibles en el sur de Europa que supondrá una inversión total de 1.200M€.

En deuda, Cepsa ha mantenido una continua caída, siendo al cierre del 17% interanual, a 2.291M€. Por su parte, la liquidez ha crecido 300M€, hasta 4.300M€

 

Por lo que se refiere a la deuda, Cepsa ha mantenido una continua caída a lo largo del periodo, siendo al cierre del 17% interanual, a 2.291M€, frente a los 2.488M€ a cierre del tercer trimestre precedente, por la fuerte generación de caja. Por su parte, la liquidez ha crecido 300M€, hasta 4.300M€, incluyendo líneas de crédito no dispuestas.

Relacionado

Tremendos son los retos que se le plantean a la compañía dirigida por el neerlandés Maarten Wetselaar, ya que cada vez se hace más visible el reto rentabilidad/sostenibilidad energética. Y ojo, porque en este reto, gobiernos como el nuestro son cada vez más intervencionistas, los proyectos “ambientalmente sostenibles” continúan siendo muy costosos y cada vez se van recortando fuentes generadoras de energía, como la nuclear en aras de unas políticas ambientales que crecen en su histeria y presionan a gobiernos a legislar en “verde”. De la adecuación a estos nuevos retos va a depender el futuro de las empresas energéticas y de sus accionistas.

Mientras, los inversores continúan soportando la perdida de rentabilidad de sus inversiones en un sector capital para el resto de las industrias mundiales.

Y por cierto, en relación al impuestazo energético Sumar, EH Bildu y ERC han exigido que no incluya deducciones fiscales a cambio de inversiones verdes. Recuerden que muchas energéticas amenazaron con replantearse inversiones en España si este tributo se prorroga, aunque rebajaron un poco el tono al conocerse que habría incentivos a las inversiones verdes en los Presupuestos de 2024... y el PNV dejó de oponerse al tributo cuando supo que lo gestionará en País Vasco y Navarra. Eso sí, al CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, sigue sin gustarle el impuestazo y se ha preguntado si es social aplicarlo a quien invierte y produce en España y no al de fuera; y a Wetselaar, a la luz de los resultados de Cepsa, tampoco le hace ninguna gracia dicho tributo.