Es muy popular, efectivamente, pero también es una ruina. Hablamos de ChatGPT, el software que ha popularizado el uso de la mal llamada inteligencia artificial, y en la que Microsoft invirtió 10.000 millones de dólares en enero y la empresa creada por Bill Gates ya controla la compañia de moda.

El caso es que, según The Information, OpenAI no ha encontrado aún la manera de rentabilizar la aplicación que, mientras tanto, incrementa los gastos a medida que aumentan los usuarios que la utilizan. Hablamos de unos gastos de 700.000 dólares cada día, que habrían provocado pérdidas de 540 millones de dólares en las cuentas de 2022.

Pero tranquilos, porque todo esto sucede en EEUU, donde lo importante no es si una empresa vende o gana más o menos, ni siquiera si tiene mucha o poca deuda, sino sus perspectivas de futuro. Amazon o Tesla son ejemplos de ello. En España, y en Europa en general, ese modelo no es admisible, salvo en casos muy concretos como Cellnex que, sin embargo, ha tenido que girar 180 grados porque los fondos propietarios se han cansado de esperar y exigen recuperar su inversión cuanto antes.