Decíamos que China se había lanzado a colonizar España, tras haber disparado sus inversiones un 362% el año pasado, y que dentro de este proceso, había iniciado una conquista energética. Pero la cosa no queda ahí, porque también le interesan el negocio concesional y el de construcción. De hecho, ahora quiere hacerse fuerte en Hispanoamérica comprando constructoras e ingenierías españolas, y ya ha empezado: por ejemplo, se ha hecho con: Aldesa, Grupo Puentes, Empresarios Agrupados (EA) servicios de explotación Nucleares GNT y Ghesa Ingeniería.
Según fuentes del sector constructor, tras lograr ser líder en infraestructuras en Asia y África (donde hay grandes necesidades financieras para desarrollar proyectos), el gigante asiático ha reorientado su estrategia y ha puesto los ojos en Hispanoamérica, pero también en Europa, Norteamérica (se prevé que en EEUU podría tener menos barreras con el prochino Biden que con Trump) y Australia. De hecho, las empresas de infraestructuras chinas han liderado el ranking mundial de 2020, pues siete se han situado entre las diez primeras: China State Construction Engineering Corporation (CSCEC), China Railway Group Limited (CREC), China Railway Construction Corporation (CCCC), Power Construction Corporation of China (Powerchina), China Metallurgical Group, China National Machinery Corporation (Sinomach). Sólo los grupos industriales franceses Vinci (puesto quinto) y Bouygues (décimo) y español ACS (noveno) han logrado hacerse un hueco en dicho ranking en el primer año de la pandemia del coronavirus.
Las empresas de infraestructuras chinas han liderado el ranking mundial de 2020, pues siete se han situado entre las diez primeras. Los franceses Vinci y Bouygues, y el español ACS completaban la lista
Respecto a las compras de constructoras e ingenierías españolas, el último empuje empezó en 2019, cuando China Railway Corporation se hizo con el 75% de Aldesa, uno de los mayores grupos de construcción en España y México, que se dedica al desarrollo de infraestructuras y edificación. El año pasado, empresas del gigante asiático, con apoyo público, hicieron cinco adquisiciones. En concreto, China Communications and Construction se hizo con una participación en Grupo Puentes, firma gallega especializada en construcción de puentes y viaductos en las redes de carreteras e infraestructuras ferroviarias. China Energy Engineering Group se hizo con el 100% de Empresarios Agrupados (EA) servicios de explotación Nucleares GNT y Ghesa Ingeniería, dos ingenierías que estaban participadas por Técnicas Reunidas, Iberdrola y Naturgy.
La entrada del gigante asiático en Aldesa y Grupo Puentes tiene bastantes similitudes: ambas constructoras presentaban una delicada situación financiera, con caídas en su facturación. Aldeasa también había visto reducido su margen Ebitda y había elevado su apalancamiento, mientras Grupo Puentes había tenido caídas de beneficio y de la contratación. A estas compras y a las de las dos ingenierías citadas, conviene sumar la compra del 30% de Mota Engil, conglomerado industrial portugués que entre otras actividades, se dedica a la ingeniería civil, la construcción de infraestructuras, energía, trabajos de acero y concesiones. Este cuenta con una destacada presencia en Portugal, Brasil, México y en el continente africano.
El gigante asiático no sólo compra empresas, su conquista también se hace con otras vías: acuerdos de inversión, alianzas o también en solitario
Pero el gigante asiático no sólo compra empresas, sino que su conquista también se hace con otras vías: acuerdos de inversión, como Beld Road (&Maritime) Initiative, mediante el cual el Estado chino invierte en distintos países y proyectos, pero a cambio el contratista principal debe ser de su país (esto supone una posición ventajosa para sus empresas); alianzas o también en solitario (por ejemplo, China Three Gorges -CTG- ha iniciado su aventura en el sector energético español con la compra de 500 MW fotovoltaicos a X-Elio y negocia la compra de 330 MW eólicos de Borawind). Claro que conviene no olvidar que las empresas chinas están bajo control de las autoridades de su país porque reciben apoyo público (vía financiación barata, o bien, participando en su capital), algo que las coloca en una mejor posición competitiva. En concreto, la participación del Estado en el capital de una empresa suele traducirse en una menor exigencia del coste del capital, frente a las compañías cuyo capital pertenece en su totalidad a agentes privados.
Sin embargo, las empresas chinas también acumulan problemas reputacionales (por ejemplo, sanciones de organismos internacionales, como el Banco Mundial), falta de transparencia, denuncias por explotación laboral y violaciones de derechos laborales, casos de corrupción, deterioros medioambientales, falta de compromiso con el desarrollo local o problemas en la ejecución de proyectos, según fuentes del sector. Además, no todo han sido éxitos en su intento de comprar constructoras españolas: intentó dos veces, en concreto, en los años 2016 y 2017, hacerse con OHL a través de dos empresas distintas (HNA y China State Construction Engineering Corporation (CSCEC), pero no lo consiguió; y esta última intentó adquirir la ingeniería Duro Felguera en 2018, pero tampoco lo logró.