Si su padre levantara la cabeza…, frunciría ese ceño prominente, sin embargo, ninguno de los expertos consultados culpa directamente a Ana Botín de esa caída en Bolsa. “Estamos ante una realidad muy distinta”, aseguran, “que no es exclusiva del Santander, porque el protagonismo que tenían los bancos como sector dinamizador de la economía ya no es tan evidente”.
Lo cierto es que el Santander valía en septiembre de 2014, cuando Ana Botín accedió al cargo, 7,6 euros, y ahora cotiza en los 4 euros, es decir, un 50% menos, eso sí, sin tener en cuenta la reducciones de precio de la acción por dividendo y según datos de BME. Según otras fuentes del mercado, ha caido un 16%, teniendo en cuenta, precisamente, el dividendo. Si miramos las acciones del BBVA, por ejemplo, se han dejado, en este mismo periodo de tiempo, un 7,2%.
La capitalización también se ha resentido considerablemente: se sitúa en los 63.680 millones frente a los algo más de 92.000 de aquel entonces.
Es más, siete meses después de que Ana Botín fuera nombrada presidenta, en abril de 2015, la capitalización superó los 100.000 millones. Era en ese momento el segundo banco europeo por valor en Bolsa, solo por detrás del HSBC, 159.000 millones.
Ahora, el británico sigue ostentando el liderato (119.000 millones de euros) y el Santander coquetea con la tercera y cuarta posición en su pugna siempre con el francés BNP (66.650 millones) y, a mucha distancia del suizo UBS (90.000 millones).
Si el Santander valía en septiembre de 2014, cuando Ana Botín accedió al cargo, 7,6 euros, ahora cotiza en los 4 euros, un 50% menos, mientras que las acciones del BBVA se han dejado en este mismo periodo de tiempo un 7,2%
Eso sí, en la década que lleva al frente del banco Santander, Botín (Ana) ha doblado los beneficios de la entidad de los 5.800 millones de euros en 2014 a los 11.076 millones a cierre de 2023, y ha multiplicado casi en seis veces el dividendo repartido entre los accionistas desde esa misma fecha (1.100 millones).
Ha anunciado una retribución de 6.000 millones con cargo a 2024, si es que se alcanzan todas las métricas previstas.
Bien es cierto que no se podía esperar menos porque el Santander era uno de los grandes bancos del mundo cuando murió Emilio Botín, pero con algún problema por resolver: unos niveles de recursos propios ‘flojos’ para afrontar los requerimientos regulatorios de los nuevos supervisores de la Eurozona. “Los requerimientos de capital son mucho más elevados y el negocio no crece, ahora, con la intensidad que lo hacía en otros ciclos”, señala Gonzalo Lardíes, gestor senior de renta variable Europa en Andbank. ”Antes un banco con un ratio de capital del 3% tenía más que suficiente, ahora se les exige tres o cuatro veces más”.
El Santander no tenía unos niveles de solvencia que el mercado pudiera considerar aceptables, a diferencia de sus compañeros de sector, “algo que ha sabido reconducir en los últimos dos o tres años”, explica Nuria Álvarez, analista de Renta 4.
En concreto, y según las cuentas del primer semestre, el principal ratio de solvencia, CET1 (Common Equity Tier 1) se ha incrementado en un 0,3% y ha pasado del 12,2% al 12,5%.
El Santander ha sabido reconducir los niveles de solvencia que le demandaba el mercado, una asignatura pendiente desde la etapa de Botín padre
Y a ello ha contribuido la diversificación geográfica diseñada por su padre y que sigue siendo la base de los fundamentos de la entidad.
Hablamos de una potente franquicia hispanoamericana básicamente en Brasil, México, Chile y Argentina, a la que hay que sumar la del Reino Unido, donde la entidad protagonizó varias adquisiciones y operaciones corporativas…,(recordar que Santander y Royal Bank of Scotland tenían participaciones accionariales cruzadas), junto los intentos por conseguir presencia relevante en Estados Unidos. “Herencia de Botín padre como marca y que le sirvió para sortear lo peor de la crisis de 2008 sin registrar pérdidas en su cuenta de resultados”, indican fuentes del mercado.
“A día de hoy”, apunta Joaquín Robles, analista de mercados, “los ingresos de Santander están muy diversificados. Brasil el mayor mercado (22%), seguido de España (15%).
No es de extrañar por tanto que, durante más de un ejercicio, haya preocupado a los inversores la situación de Brasil “que aportaba menos en ingresos de lo que suponía en provisiones, una dinámica ya corregida tras cambiar la estructura de la cartera de crédito hacia segmentos con un menor riesgo lo que ha supuesto tener una cuenta de resultados más equilibrada”, señala Álvarez.
Pero si algo caracterizó al Santander en la época de Emilio Botín fue el crecimiento inorgánico…."Santander no se fusiona, compra", matizaba su presidente… dicen que antes de que el Santander y el Central Hispano ‘integraran’ sus negocios, “operación tras la que se escondía una compra en toda regla por parte de la entidad cántabra”, aseguran los expertos.
La capitalización se ha resentido considerablemente: se sitúa en los 63.680 millones frente a los algo más de 92.000 de aquel entonces
Sacaba pecho también por haberse convertido en primer accionista de una entidad del Reino Unido, el Royal Bank of Scotland, cuando el por aquel entonces BBV, se jactaba de tener oficina en la capital británica.
“El crecimiento inorgánico del banco fue espectacular. Ahora las fusiones se hacen para buscar sinergias, ahorro de costes y ganar masa crítica para poder ser más competitivo pero no por esas ventajas que puede dar el negocio”, explica Gonzalo Lardies que se refiere a la operación del Popular, con Ana Botín al frente, como un caso sobrevenido dentro de ese proceso de consolidación del sector. “Fue un hecho fortuito para dotar de estabilidad y de continuidad a todos los activos que tenía el Popular. No es una operación ni mucho menos de las características que tenían las anteriores realizadas por el banco”.
Lo cierto es que, el Santander se quedó con el Banco Popular por 1 euro, y que, visto lo visto, no ha sabido aprovechar que, por ejemplo, la entidad era líder en un nicho del mercado potentemente rentable como el de las pymes, del que, dicho sea de paso, no queda ni rastro en el negocio actual.
Ana Patricia Botín (64 años), nombrada presidenta ejecutiva del banco Santander en 2014, cumple el próximo 9 de septiembre una década al frente del primer banco del país y uno de los sistémicos del mundo. Fue presidenta de Banesto y consejera delegada de Santander UK ,antes de acceder al cargo tras la repentina muerte de su padre.