El mantra que se ha instalado en el entorno de las empresas que cotizan en bolsa es que los consejeros independientes son los que velan realmente por los intereses de los accionistas minoritarios. De esta manera se establecen dos tipos de consejeros: los buenos y los malos, siendo estos últimos los accionistas significativos y en algunos casos mayoritarios, es decir, los dueños de la compañía.

El punto de inflexión fue la Junta de Indra celebrada el 23 de junio de 2022, hace justo un año, en la que fueron cesados los consejeros independientes sin estar en el orden de día, de tal manera que fue una decisión tomada al margen de los accionistas que no estaban presentes o que habían delegado su voto según el orden del día. En otras palabras, esos accionistas se enteraron por la prensa, literalmente.

Esto, según Rodrigo Buenaventura, que este viernes participó en el XL Curso de la APIE y la UIMP, en Santander, no puede volver a suceder y por eso uno de los objetivos de la CNMV es aprobar una norma por la cual los consejeros independientes no puedan ser cesados en las juntas si su cese no está previamente en el orden del día.

Pero a lo que vamos: ¿realmente son los independientes los que velan por los intereses de los minoritarios? En primer lugar, resulta muy difícil pensar que alguien que cobra alrededor de 100.000 euros anuales por desempeñar su labor como consejero, con unas 12 reuniones al año -pueden ser más dependiendo de las comisiones a las que pertenezca y que también está remunerado-, sea independiente a la hora de tomar decisiones o incluso de discrepar con las decisiones del presidente y/o del consejero delegado.

Por el contrario, ¿no serán los dominicales los que más se preocuparán de que la empresa vaya bien ya que, a fin de cuentas, se están jugando su patrimonio? Y si la empresa va bien, también irá bien para los minoritarios.

Cosa distinta son los fondos activistas, que buscan rentabilizar cuanto antes su inversión, pasando por encima de todo lo demás, también de los intereses de los minoritarios. Pero a día de hoy este debate no está encima de la mesa.

En cualquier caso, nadie se plantea volver al modelo que instauró Luis Valls en el Popular: que ningún consejero cobrara por serlo, tampoco los independientes. Así se aseguraba su independencia porque no tenían ninguna atadura al cargo. ¿Que la ley no permite que trabajen gratis? Muy bien. En ese caso se podría instaurar un mecanismo por el cual donaran su remuneración a una buena causa.

El presidente de la CNMV sí arremetió contra las criptomonedas, a las que calificó de “ilusionismo financiero” y “espejismo”. En esta línea admitió que la regulación europea, contenida en MiCA, siendo una primera aproximación a las criptos, no aporta la misma seguridad que la regulación de los mercados financieros. Para ver un marco más extenso habrá que esperar, al menos, hasta finales de 2024, cuando se apruebe todo el paquete regulatorio sobre el asunto. Ya veremos, porque si algo caracteriza al mundo cripto es la velocidad a la que avanza.