En España, el automóvil se mantiene en crisis, tras el frenazo que le supuso el Covid-19, y aunque ha empezado a avanzar frente al 2022 por la mejora de la producción, al sector le preocupa que las ventas a particulares siguen en niveles un 33% inferiores a los previos a la pandemia. A esto se une que las ventas de usados duplica la de los nuevos y que el coche eléctrico no arranca en España, por su alto precio, la falta de ayudas y puntos de recarga: sólo suponen el 5% de las ventas totales en los cinco primeros meses del año.

El adelanto electoral al 23-J no mejora el panorama: Wayne Griffiths, CEO de Seat y presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), ha advertido que al bajo apoyo del Gobierno Sánchez se añade una mayor incertidumbre. Esto no resulta de ayuda ante las dudas de qué coche comprar y la elevada inflación, algo que añade trabas en la transición hacia el coche eléctrico. El citado ejecutivo automovilístico británico, que también tiene nacionalidad alemana y se siente “europeo después del Brexit”, ha advertido que España está a la cola de Europa en coche eléctrico y exige ayudas a la compra directas... y menos burocracia, claro que a la vez ha avisado que este tipo de vehículos entraña otro reto para los fabricantes: sus márgenes, porque los costes, especialmente los de las baterías, son más altos y cree que seguirán así hasta que se empiecen a rebajar gracias a las economías de escala. Este es uno de los motivos de que ahora se busque fabricarlas más en Europa, por ejemplo en España, y al calor de las ayudas públicas, como se puede ver en los ejemplos de Volkswagen, InoBat e Tata Motors, y que incluso han atraído a Tesla (eso sí, este último también es pretendido por Emmanuel Macron).

En la UE están empeñados en una movilidad sostenible sí o sí y por eso vetarán el coche de combustión a partir de 2035. Una decisión que supone “una estafa en toda regla”, según un exingeniero de Renault

Entre enero y mayo, los vehículos 100% eléctricos vendidos en nuestro país han ascendido a 23.124, un 75,3% más que en el mismo periodo de 2022, pero sólo suponen el 4,87% de las ventas totales. En esto influye su alto precio, la falta de ayudas (no son directas, como en otros países, y a veces tardan años en llegar… si llegan) y puntos de recarga (se pueden tardar dos años en su instalación y puesta en marcha, y por ahora van unos 20.000, frente al objetivo anual de 45.000), y otros problemas, entre ellos, que no ahorran energía y que no hay litio suficiente (como ha advertido Carlos Tavares, CEO de Stellantis). 

En la Unión Europea están empeñados en una movilidad sostenible sí o sí y por eso han decidido vetar el coche de combustión (es decir, el de gasolina y diésel, y con la pequeña excepción para los que usen combustibles sintéticos) a partir de 2035. Una decisión que supone “una estafa en toda regla”, según un exingeniero de Renault, que ha destacado que “los vehículos de combustión, incluso los anteriores a los años 90, emiten menos emisiones que los actuales [...]. Hacer un motor eléctrico contamina 800.000 veces más”.

También está el cachondeo de las etiquetas de la DGT y los problemas de las baterías, que a medida que se usan, van perdiendo autonomía: 

Y el timo eléctrico también llega a los camiones:

Entre la nueva movilidad sostenible, abundan los incendios, como pueden ver con motos y patinetes eléctricos: 

Y menos mal que en las redes sociales no falta el humor ante tanto tipo de vehículo.