Hace unos días, el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, ha abierto la puerta a no prohibir la venta de coches nuevos de combustión en 2035. Una medida que aprobó la Unión Europea hace poco más de una semana y que supondrá la destrucción de 600.000 empleos.
En una entrevista con el diario digital Político, el político francés ha pedido que la revisión de dicha medida que tendrá lugar en 2026 se haga “sin tabús” y se pueda abordar la posibilidad de que 2035 no sea el fin de la venta de dichos vehículos. Es cierto que la UE apuesta fuertemente por el coche eléctrico, pero también habrá mayor necesidad de producir ciertas materias primas (más litio, cobalto y níquel) en la UE, así como electricidad, según Breton. Además, se necesitarán 7 millones de puntos de carga y actualmente sólo hay 350.000.
Conviene recordar que también el precio del coche eléctrico debería ser inferior: José Vicente de los Mozos, responsable mundial de Fabricación de Renault y su máximo responsable en España y Portugal, y presidente de Ifema, ya refirió que actualmente no es accesible para todos, después de conocerse la intención del Parlamento Europeo de prohibir los coches de combustión. Y hace unas semanas, con el caos del PERTE del coche eléctrico en España, De los Mozos exigió a Pedro Sánchez que los fondos europeos financien también el vehículo híbrido, que puede ser la mejor transición hacia el eléctrico.
Con la citada prohibición, Europa, de nuevo, es la más ecologista y la más tonta de la clase mundial, porque los coches de gasolina y gasoil seguirán funcionando “durante décadas” en otros países, según Breton. Por ello ha animado a las empresas automovilísticas europeas a continuar suministrando este tipo de coches a sus clientes de terceros países. Europa se afana en demasía en reducir sus emisiones de CO2 (su objetivo es que bajen un 55% en 2030), a pesar de que sólo representa el 10% de las mundiales, mientras las de China suponen casi tres veces más. Y por cierto, no pierdan de vista que a la COP27 no han asistido los países más contaminantes: China, India y Rusia.