La financiación verde no es nueva, pero sí la intensidad con la que tanto los supervisores como las propias entidades están abordando el asunto. El mismísimo Tesoro público se lanzó a la aventura -martes 7 de septiembre- y emitió 5.000 millones en bonos verdes soberanos, emisión que recibió una demanda de hasta 60.000 millones.
Así las cosas, la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, participó el viernes en la II Jornada de Finanzas Sostenibles, organizada por Abanca. Oiremos hablar mucho de finanzas sostenibles.
Delgado, como el BCE, está a favor de la financiación verde. “Creo que lo estamos consiguiendo poco a poco, porque todos somos conscientes de ese problema que tenemos”, afirmó en referencia al cambio climático. La subgobernadora, no obstante, apeló a la responsabilidad de los gobiernos y de Bruselas para poner en marcha inciciativas de financión ecológica. “Los bancos son responsables hasta cierto punto, porque tienen una posición privilegiada como financiadores de las actividades productivas de todos los países, pero es cierto que los bancos no son los únicos responsables en esta materia”, señaló.
A la fuerza ahorcan. Todo lo que no sea transición ecológica no tiene ningún futuro y, mejor aún, todo lo verde está subvencionado. Es la coña de la financiación verde que se aplica a sectores regulados, subvencionados y, en ocasiones, ambas cosas a la vez.
Por ejemplo, el coche eléctrico que de aquí a unos años no tendrá competencia porque los coches de combustión estarán prohibidos, por decreto. Al mismo tiempo, los gobiernos otorgan subvenciones directas para la compra de vehículos eléctricos.
En definitiva, los bancos se lanzan a la financiación verde porque entraña mucho menos riesgos: son sectores regulados -precio fijado-, subvencionados con dinero público y, en algunos casos, ambas cosas al mismo tiempo. Un chollo.