Ahorrar energía, poner un nuevo impuesto a las energéticas -menor que el que se pretendía en España- y la mayor estupidez: limitar el precio del gas.
Y encima nuestra pedantísima vicepresidenta Teresa Ribera, pretende generalizar el precio del gas tasado, como se ha hecho en España.
Estos son los acuerdos de un consejo de ministros de energía, de toda la Unión Europea, que ha acabado en fracaso.
Ahorrar energía: lo que hay que hacer no es ahorrar energía sino producir mucha más energía. Estados Unidos pasó a ser el primer productor de gas del mundo gracias a la fractura hidráulica, que ahora nos está vendiendo a los europeos a precio de oro. Mientras, Europa prohibía el 'fracking' porque era antiecológico.
No se trata de ahorrar energía sino de producir más energía, por cualquier medio. Y luego, solo luego, intentaremos que esa producción no resulte nociva para el medio ambiente.
Limitar el precio del gas ruso o de todo el gas que entra en Europa. ¡Qué chorrada, como si pudieras hacerlo!
En definitiva, ahorrar gas y crear precios ficticios no es la solución... para nada.
Lo más importante es el famoso tope al precio del gas. Tal y como lo vende Moncloa, uno diría que por fuerza del BOE, doña Teresa Ribera y el liderazgo europeo de don Pedro Sánchez, han conseguido que el precio del gas se reduzca a la mitad, y con él la tarifa de la luz. O sea, que le han dicho al vendedor ruso: pides 10 pero te lo compro a cinco. Y va el ruso, o el iraní, o el argelino, o don Joe Biden, y dicen: por supuesto, qué le vamos hacer, me conformo con cinco.
¿Puede darse mayor estupidez?
Es más, oigo a un corresponsal en Bruselas que no hay acuerdo entre los ministros de Economía porque unos quieren limitar el precio del gas ruso y otros de todo el gas que entre en Europa. ¡Pero qué limitación ni que ocho cuartos! El gas lo compra Europa por lo que vale en el mercado. Lo único que se hizo con el tope ibérico es rebajar artificialmente el precio de la luz producida con gas, pero la diferencia entre el coste real y el pagado... alguien tiene que pagarla. Es un coste diferido, no condonado. ¿Sabe quién lo va a pagar? Acertó: usted y yo.
Y no hacía falta imponer nuevos impuestos a las eléctricas. Por cierto, nada que ver la propuesta de la Comisión con el impuestazo que pretende Teresa Ribera para España.
En cualquier caso, sólo los tontos se hacen trampas en el solitario.
La solución a la crisis energética europea pasa por conseguir la soberanía energética y asegurar el suministro. Es decir, pasa por la energía nuclear (y en busca de la fusión nuclear y la energía de hidrógeno), por volver al carbón, por utilizar la fractura hidráulica y, una vez conseguido, asegurar el suministro sin depender de nadie y conseguir que este suministro resulte barato. A partir de ahí, preocuparse de que contamine lo menos posible, algo factible con la actual tecnología, sin volverse loco. Esto ha sido un fracaso por consenso. Bajo el liderazgo de Pedro Sánchez, naturalmente.