PRISA es una compañía muy peculiar -vamos a decirlo así- porque sigue funcionando a pesar de llevar años en quiebra técnica. No conviene olvidarlo, porque ahora, además, va a montarle un canal de TV a Pedro Sánchez, algo que cuesta muchísimo dinero, como todo el mundo sabe, con el único objetivo de afianzar la figura política del presidente del gobierno.

El proyecto cuenta con José Miguel Contreras como figura clave. Conoce el negocio -posee Lacoproductora- y apoya sin fisuras a Sánchez, aunque no ha logrado algo que sí tenía su socio y amigo Miguel Barroso: la obediencia y el respeto que le profesaban la directora de El País, Pepa Bueno, y el factótum de la SER, Ángels Barceló.

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Contreras es un experto en la forma -ejerció de asesor de imagen de Zapatero-, pero no posee el bagaje ideológico -el fondo- que tenía Barroso y por eso Bueno y Barceló se plantaron: a Barroso sí le hacíamos caso, pero tú no nos vas a decir lo que tenemos que hacer.

En eso está Contreras, en montar una tele en PRISA, para Sánchez, pero ni Josep Oughourlian, presidente del grupo y representante del fondo Amber, máximo accionista con el 29,5% del capital, ni Yannick Bolloré, dueño de Vivendi y segundo accionista, con el 12% (11,795% para ser exactos, según la CNMV), están por la labor de aportar más dinero en un negocio cuyos resultados económicos no están claros.

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Oughourlian (el fondo Amber) ya ha perdido mucho dinero en PRISA y tampoco lo ha recuperado en Indra, que aún no ha aclarado su futuro en la industria de defensa española y europea. Por cierto, seguimos sin saber quién está detrás de Amber Capital, cuya cara visible es Oughourlian.

Si el francoarmenio está harto de perder dinero, Yannick Bolloré, dueño de Viviendi, no quiere que le vuelvan a engañar como en 2022, cuando le ofrecieron comprar el 30% de PRISA y tomar el control, y Moncloa se echó atrás en el último momento y sin aviso previo. Conviene recordar que los Bolloré son masonería francesa, progres de derechas, que saben que para tener más poder y más duradero hay que controlar la producción audiovisual y el discurso cultural imperante. Los Bolloré, que en su día, junto a otros socios, le compraron Canal+ a André Rousselet, esperan pacientemente a que llegue su momento. De hecho, una de las características de los franceses a la hora de hacer negocios es su capacidad para esperar el momento adecuado. Ahora, con la TV de Contreras, se abre otro escenario para ellos.

Por cierto, cuidado con el empresario socialista -Contreras- que se está convirtiendo en pieza clave, no sólo de PRISA, sino también de Telefónica por su apoyo a su amigo Javier de Paz para que continúe como consejero de la operadora.

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Y todo esto mientras Sánchez lanza el mayor ataque a la prensa independiente desde la Transición, aunque este viernes haya sufrido dos serios reveses. Y que sean muchos más.