El mundo no sólo vive una crisis energética y una crisis económica y financiera (inflación y deuda crecientes y miedo ante las futuras subidas de tipos de interés), sino también una crisis alimentaria. No habrá hambruna, pero algunos países sufrirán una larga escasez de alimentos, según ha afirmado Abdul Jakim Elwaer, subdirector general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), a la agencia Anadolu. De hecho, Chad ya ha decretado una emergencia alimentaria, mientras Alemania hace acopio.
Ya el pasado 24 de marzo, cuando se cumplió un mes del inicio de la invasión rusa de Ucrania y con ella, el conflicto, fue el propio presidente de EEUU, Joe Biden, quien advertía de que la escasez de alimentos “va a ser real”. En concreto, aludía entre los motivos a que tanto Rusia como Ucrania habían sido “las cestas de pan de Europa”, en la misma línea que desde hace semanas mostraba la ONU, advirtiendo que la guerra puede suponer un golpe muy duro en numerosos países porque Rusia y Ucrania son dos de los mayores productores de cereales y de fertilizantes del mundo: suponen más de la mitad del suministro mundial de aceite de girasol y un 30% del de trigo, del que producen más de la mitad del usado en el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU y aportar al menos un tercio de las importaciones en 45 países de África y la mitad en otros 18 países de África y Oriente Medio (República Democrática del Congo, Somalia, Sudán, Egipto, Líbano, Siria o Yemen, entre otros).
Al cumplirse 100 días de la guerra en Ucrania, el papa Francisco ha pedido “¡que no se use el trigo de Ucrania como arma de guerra” y ha hecho un llamamiento para que se resuelva el bloqueo de las exportaciones del trigo de Ucrania y se garantice el derecho humano universal a la alimentación
El pasado 24 de mayo, cuando se cumplieron tres meses de la guerra en Ucrania, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, denunció que Rusia estaba bombardeando almacenes de cereales y confiscando algunas de las reservas. La situación empezaba a preocupar porque las reservas de trigo no están al 100% y algunos expertos señalaban que sólo quedaba para menos de tres mes, mientras en China e India se hablaba de la peor cosecha de la historia por el calor y son otros grandes productores, junto a Canadá y EEUU, donde también ha habido daños por la sequía.
Al cumplirse 100 días de la guerra en Ucrania, el papa Francisco ha pedido “¡que no se use el trigo de Ucrania como arma de guerra”, en su primera audiencia general de junio. El Santo Padre hizo un llamamiento para que se resuelva el bloqueo de las exportaciones del trigo de Ucrania y se garantice el derecho humano universal a la alimentación. En esta misma línea, unos días después, el presidente de turno de la Unión Africana, el senagalés Macky Sall, ha reclamado a Rusia una tregua en la guerra en Ucrania y que libere las reservas de toneladas de cereales y fertilizantes que están bloqueadas en ambos países por el conflicto. Actualmente, hay negociaciones para que Rusia facilite la salida de los 20 millones de toneladas de trigo ucraniano que están retenidas en la zona del mar Negro, pues de su comercialización depende la evolución de los precios mundiales durante los próximos meses (y el del trigo ya se ha duplicado, siendo el cereal que mayores incrementos ha tenido en los mercados de futuros).
Actualmente, hay negociaciones para que Rusia facilite la salida de los 20 millones de toneladas de trigo ucraniano que están retenidas en la zona del mar Negro: de su comercialización depende la evolución de los precios mundiales durante los próximos meses (y el del trigo ya se ha duplicado)
El pasado jueves, en el Congreso de los Diputados, en la jornada ‘Caminando hacia la soberanía energética de España’ organizada por Vox, donde se habló en contra del cierre nuclear, el ex vicepresidente primero de Repsol y fundador y expresidente de Sacyr, Luis del Rivero, señaló que “con la guerra en Ucrania hemos asistido a dos baños de realidad: por un lado, la necesaria soberanía o autonomía energética; y por otro, la necesaria soberanía alimentaria”. Al hilo de esto, Abdul Jakim Elwaer, subdirector general de la FAO, recordaba que con la pandemia del Covid-19 se dieron problemas en la cadena de suministro, que ahora se han visto agravados con la guerra en Ucrania, la cual afecta a las exportaciones de trigo y de fertilizantes, incluyendo problemas en sus exportaciones y subidas de precios, lo que también repercutirá en los niveles de producción de cereales mundiales.
Y entre los países que ya están notando las consecuencias se encuentra Chad, que ha decretado una emergencia alimentaria y ha pedido ayuda humanitaria. De hecho, espera que entre los meses de junio y septiembre haya “un marcado deterioro de la situación nutricional”, con dos provincias y 17 departamentos en fase de crisis de agua y de alimentos y medios de subsistencia, y tres provincias y 12 departamentos en situación de emergencia humanitaria. Hace unas semanas, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) advirtió de que hasta 18 millones de personas en la región del Sahel se enfrentarán a una severa inseguridad alimentaria en los próximos tres meses, siendo la cifra más alta desde 2014.
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) advirtió de que hasta 18 millones de personas en la región del Sahel se enfrentarán a una severa inseguridad alimentaria en los próximos tres meses, siendo la cifra más alta desde 2014
Paralelamente, en Alemania, los problemas van más ligados a la crisis energética. Allí el gobierno que lidera Olaf Scholz insiste en cerrar sus últimas tres nucleares y llama a la población a hacer acopio de agua y alimentos, para que la población esté preparada en caso de apagón y de crisis de desabastecimiento. No hay que olvidar que depende mucho del gas ruso… y Gazprom acaba de cortar el grifo a Shell Energy Europe, su suministrador.
Asimismo, se alude a una crisis económica y financiera, por el aumento de la inflación y de la deuda en multitud de países. Sri Lanka ya se declaró en default, pero podría no ser el único país en hacerlo, porque hasta quince países emergentes o en desarrollo gestionan su deuda en niveles estresantes, según Bloomberg Economics, y las economías más expuestas a la crisis alimentaria son las del África subsahariana e India, como recoge Fitch Ratings.