En Hispanidad siempre hemos dicho que la subida de tipos de interés no es una mala noticia: es una medida correcta. El dinero no puede costar nada porque entonces se devalúa toda la economía mundial, todos y cada uno de los factores de producción, también los salarios.
Ahora bien, no hemos dicho que esto no fuera a tener efectos negativos, sobre todo en el corto plazo. Los tipos han pasado por una etapa en verdad delirante, con precios en negativos, durante la última década. Si ahora ascienden hasta el 5% estamos en el sendero de la lógica pero eso no significa que tras el disparate de la última década, los tipos-cero, la subida actual del precio del dinero no provoque efectos lúgubres a corto plazo.
En otras palabras, la crisis de deuda ya ha comenzado. De deuda pública y de deuda privada, La segunda es más importante, pero nada se puede hacer: Los impagos crediticios empiezan a crecer en Estados Unidos, y en todo el mundo anglosajón, pero la deuda pública de todo lo que es grande -Estado y grandes empresas- resulta más preocupante porque arrastra a todas las familias -la primera- y porque provoca paro -la segunda-. En Europa, sobre todo, se dispara el coste de las emisiones de deuda publica y corporativa.
En Estados Unidos aumentan los impagos privados y en Europa el coste de la emisiones de deuda estatal y empresarial
En esta tesitura, resulta que el país relativamente más endeudado de Europa, que es España, no debería escuchar mentiras de su mentiroso presidente, que hace 48 horas explicó que tanto el déficit como la deuda pública están controlados.
¿Controlados? Desde que Sánchez llego al poder, en 2018, la deuda pública española ha crecido en más de 300.000 millones de euros y aún tenemos que escuchar a don Pedro y a doña Nadia asegurar, sin despeinarse, que se están cumpliendo las previsiones... ¡con una deuda pública en el 115% del PIB!
Naturalmente, instan al Tesoro Público para que emita a más alto precio y las consecuencias sobre el mercado secundario son también evidentes, pero en una crisis de deuda, en la parte pública, lo que más debe preocupar son las emisiones del primario, cuyos intereses pagamos todos los españoles.
Solución: reducir el Estado del Bienestar y la deuda pública. Justo lo que no hace Sánchez. Y las grandes empresas volver a invertir con fondos propios y/o ampliaciones de capital
En este sentido, además, Moncloa no debería enfadar al BCE. Sánchez debe ser menos chulesco con Christine Lagarde y con Luis de Guindos, aunque le caigan antipáticos. No olvidemos que el BCE no es una estructura matemática que compra deuda pública de los Estados miembros sin reparar en a quién compra, según un presunto modelo matemático expuesto con antelación. Bueno, hay ingenuos que todavía creen eso, pero lo cierto es que los chicos de Francfort poseen una margen de maniobra importante, con el que pueden favorecer a un Estado y perjudicar a otros. No, no es el momento de baladronadas con el BCE, aunque el número dos de Francfort sea un exministro de su odiado Mariano Rajoy.
¿Y cómo se soluciona esta crisis de deuda? Pues la única forma consiste en ir al fondo de la cuestión: reducir el Estado del Bienestar y con él, reducir la deuda pública. Por lo que respecta a la deuda corporativa, que ahora iba del cero al cinco y ahora va del cinco al 10%, me temo que las grandes empresas ya están reduciendo inversiones. Y esto es austeridad a la fuerza, no austericidio. El segundo lo eliges tú, en el primero no hay posibilidad de elección.
La nueva crisis ya está aquí: se llama crisis de deuda. Sobre todo, de deuda pública.