La presencia de Deutsche Bank en España se remonta al siglo XIX, concretamente al 1889, cuando Deutsche Bank y Bankhaus Arthur Gwinner Co establecieron el Banco Hispano Alemán con el objetivo de financiar el alumbrado público de Madrid, cuyo concurso había ganado la alemana AEG.
Pero la guerra, la post-guerra y la pertinaz sequía truncaron los planes iniciales del banco que tuvo que esperar hasta 1979 para abrir sucursales propias en Madrid y Barcelona.
A partir de ahí todo fue crecimiento, principalmente inorgánico, con dos operaciones destacadas: la compra del Banco Comercial Transatlántico (1989) y la de Banco de Madrid (1993). El siguiente hito se alcanzó un año después con la formalización de Deutsche Bank Sociedad Anónima Española, la filial española que se posicionó como uno de los grandes actores de nuestro país, con sucursales ubicadas estratégicamente en las grandes ciudades.
Pero, sin duda, una de las etapas más gloriosas del banco fue la protagonizada por Jaime de Marichalar, amigo de Antonio Rodríquez-Pina, presidente del banco. El entonces esposo de la infanta Elena aprovechaba los viajes internacionales del Rey Juan Carlos para reunir a los clientes y futuros clientes en Zarzuela, con cargo al catering real, para disfrutar de una velada inolvidable. Todo muy bien hasta que, como era previsible, se enteró el rey Juan Carlos y el plan de marketing de don Jaime se fue al traste.
Los problemas llegaron con la crisis financiera de 2007 -de hecho, el Deutsche fue uno de los más afectados por las ‘subprime’- y desde Munich dieron la orden de buscar comprador para la filial española. Aquel intento fracasó, como lo harían los sucesivos -al menos dos-, siempre por la misma razón: el elevado precio de la franquicia.
Así las cosas, el futuro del Deutsche en España pasa por crecer, no ya en banca privada, sino en banca patrimonial, esto es, de grandes fortunas. La banca universal, doméstica, con los tipos de interés en negativo, se convierte en un negocio de escala, justo lo que no tienen el banco en nuestro país. Por eso, la entidad se dispone a ajustar su filial española, que actualmente cuenta con 168 sucursales y unos 2.350 empleados.
Los resultados tampoco ayudan. El banco ganó 6,4 millones de euros hasta junio, un 32,8% menos que el año anterior, por el aumento del deterioro por provisiones de crédito y por mayores gastos de servicios informáticos, según la entidad.
En definitiva, el Deutsche va a potenciar su banca patrimonial y para eso no hacen falta ni 168 oficinas ni, mucho menos, 2.350 trabajadores.