Commerzbank disparó el beneficio en el tercer trimestre hasta los 403 millones de euros, frente a las pérdidas de 60 millones del año anterior, pero fue únicamente por la drástica reducción de costes y por las menores provisiones destinadas a cubrir posibles impagos por el Covid, que pasaron de 272 millones en 2020 a solo 22 millones este año.
El negocio no acaba de arrancar. Los ingresos de la entidad cayeron un 1,3% entre julio y septiembre después de que los ingresos netos por comisiones se desplomaran un 8,5%, hasta los 1.122 millones de euros.
El segundo banco alemán está atravesando un año convulso, el primero de Manfred Knof como director ejecutivo. Cuando se incorporó en enero, Knof puso en marcha un agresivo plan de ajuste que implica la salida de 10.000 empleados, de los que ya han abandonado el banco unos 5.000. El plan incluye el cierre de cientos de oficinas.
Los sindicatos están en pie de guerra, pero no tanto por el ajuste como por los salarios de la plantilla, que han perdido poder adquisitivo tras la escalada de la inflación. Hay una huelga convocada la semana que viene. Por cierto, el Estado alemán todavía posee el 15% del banco, tras rescatarlo en 2008 e intentar fusionarlo con el Deutsche, en 2019.
Para que luego digan de los bancos españoles.