“Vamos a seguir creciendo a buen ritmo”, sentenció Pedro Sánchez el lunes, un día antes de que el FMI rebajara todavía más las previsiones de PIB de nuestro país para 2022 y 2023. Según el organismo internacional -martes 19-, creceremos un 4,8% este año, un punto menos de lo estimado anteriormente, y un 3,3% en 2023, medio punto menos que en su anterior estimación.
Resulta ligeramente inquietante que, a pesar de todas las revisiones a la baja de múltiples organismos nacionales e internacionales, Nadia Calviño -se le está poniendo cara de Tezanos- mantenga la previsión realizada en septiembre y que prevé un crecimiento del PIB del 7% este año. El Gobierno lo revisará en los próximos días, pero llega muy tarde.
Volvamos al FMI. Es cierto que la rebaja de España en 2022 es menor que la estimada para nuestros vecinos, pero también lo es que ningún otro país cayó tanto en 2020: Italia (-8,9%), Portugal (-8,4%) o Francia (-7,8%) se quedaron lejos del -10,8% de España. Y en 2021, nuestro país creció un 5,1%, frente al 5,2% de la eurozona.
Mejores perspectivas hay sobre la inflación, que cerrará este año en el 5,3% y caerá hasta el 1,3% en 2023, según el organismo internacional, mientras el paro se reducirá un 1,4%, hasta el 13,4%, y bajará hasta el 13,1% en 2023. Son los mejores datos desde 2008.
La culpa del menor crecimiento lo tiene la invasión de Ucrania y la inflación disparada, según el FMI, que también ha rebajado significativamente el crecimiento mundial para 2022 hasta el 3,6%, frente al 4,4% pronosticado en enero.