Recuerden cuando en 2022, el Banco de Holanda entró en pérdidas, por primera vez desde la década de los años 30. 

Desde 2022, el Banco de España ha entrado en una dinámica de minusvalías recurrentes (ver cuentas oficiales) en su cartera de activos. Tras haber registrado plusvalías latentes de 19.800 millones de euros en 2021, la subida de tipos de interés del BCE provocó una pérdida de valor de mercado acumulada de 93.100 millones de euros en 2022. En 2023 y 2024, la progresiva bajada de tipos ha permitido recuperar parte de esas minusvalías, aunque todavía arrastra 51.700 millones de euros en pérdidas latentes.

En términos económicos, esa recuperación representa apenas el 23% de lo perdido en 2022. Es decir, el balance de la institución que preside José Luis Escrivá, sigue profundamente deteriorado, y aunque contablemente no se refleja de forma íntegra, la capacidad del Banco de España para generar ingresos se ve gravemente limitada. La lectura de esta evolución es clara: el impacto de los tipos en el precio de los bonos no sólo afecta a los mercados, también al corazón de la política monetaria del país.

2. Un margen real de millas de millones... devorado por la contabilidad

2.1. El margen financiero “de verdad”

2021      4.369,1

2022      4.190,3

2023     -8.900,7

2024     -9.428,5

Durante los años 2021 y 2022, el Banco de España disfrutó de un margen de intereses positivo superior a los 4.000 millones de euros anuales. Este resultado se explica por el desfase temporal entre la rentabilidad de sus activos, aún referenciados a tipos bajos, y el costo casi nulo de su pasivo, compuesto principalmente por depósitos no remunerados del sistema bancario.

Sin embargo, la rápida subida de tipos desde mediados de 2022 revirtió por completo esta situación. A partir de 2023, el coste del pasivo (por ejemplo, las reservas bancarias remuneradas al tipo de facilidad de depósito) se disparó, mientras que los activos siguen generando ingresos bajos por estar contratados a largo plazo y a tipos históricamente bajos.

Esta asimetría ha provocado que el margen de intereses se vuelva negativo: más de 8.900 millones de pérdidas en 2023, y más de 9.400 en 2024.

Ahora bien, el Banco de España, como parte del Eurosistema, no puede gestionar activamente su saldo como una entidad privada: no puede deshacer posiciones libremente ni reposicionar su cartera. Por tanto, este margen de intereses negativos es estructural a corto y a medio plazo, y sus consecuencias se prolongarán mientras persista el entorno de tipos más elevados de su pasivo, a muy corto plazo, que de activo, básicamente deuda pública adquirida con tipos muy bajos.

Y esto conecta directamente con otro punto clave: la valoración de la cartera. Porque el problema no es sólo que el banco central esté generando un margen negativo; es que, además, sus activos valen menos. 

De hecho, este deterioro del margen se gestó mientras las minusvalías ya se asomaban. En 2022, el BdE aún presentaba un margen de intereses positivo, pero su cartera sufriría pérdidas latentes millonarias. Esas minusvalías no afectaban al flujo corriente, pero anticipaban lo que vendría: la caída estructural de ingresos.

El deterioro del margen de intereses no es el único problema: se ve amplificado por las minusvalías latentes de la cartera del banco. Aunque el margen financiero muestra el resultado corriente de los flujos de intereses, la valoración a mercado de los activos refleja la pérdida de valor acumulada que aún no se ha realizado, pero que compromete tanto la rentabilidad futura como la percepción de solvencia del balance.

En un banco privado, una información como la publicada por el BdE generaría una retirada de depósitos, la consiguiente corrida bancaria y la resolución del banco. Esto es lo que pasó en el Silicon Valley, como recordarán

En otras palabras, el margen de intereses negativos pone en evidencia una situación operativa insostenible a corto plazo, mientras que las minusvalías latentes revelan un problema estructural de valoración que lastrará los próximos ejercicios. Ambos efectos se retroalimentan: cuanto menor sea el margen actual, menor será la capacidad de generar beneficios para absorber futuras pérdidas contables por deterioro de activos. Y cuanto más caiga el valor de los activos, menos margen financiero podrá extraer de ellos.

2.3. ¿Cómo se “enjuagan” las pérdidas?Disposiciones históricas al rescate

Aunque la pérdida económica por valoración en 2022 fue de 93.100 millones (73,3+19,8), la contabilidad del SEBC no obliga a registrar esa pérdida. Tampoco las Normas Internacionales de Información Financiera que se aplican a los bancos privados si la cartera se adquiere con la intención de mantenerla hasta el vencimiento, como hace el Banco de España.

Sin embargo, en un banco privado, una información como la publicada por el BdE generaría una retirada de depósitos, la consiguiente corrida bancaria y la resolución del banco. Esto es lo que pasó en el Silicon Valley, como recordarán.

Así lo que en un banco privado se consideraría un problema de 'spread' negativo o margen de transformación invertido, aquí se mitiga contablemente, básicamente porque, por mucho que nos quieran convencer de lo contrario, los billetes emitidos no son pasivos sino parte del patrimonio neto del banco central, como ha dicho el economista Rubén Manso muchas veces, y eso lo aguanta todo.

Pero el impacto económico es real: el BdE genera menos ingresos y asume más riesgo financiero que en ningún otro momento reciente. El Banco de España lleva años acumulando provisiones para riesgos financieros, que puede liberar cuando esos riesgos se materializan. Y eso es lo que ha hecho en los últimos ejercicios.

3. El saldo se reduce… y con él, la capacidad de generar ingresos. Una de las transformaciones más silenciosas pero relevantes en el Banco de España ha sido la contracción acelerada de su balance general, consecuencia directa de la retirada de estímulos monetarios del BCE y del fin de las reinversiones en los programas de compras de activos (APPy PEPP).

A modo de tabla:

Saldo total del año

(millones de euros)

2021                   1.173.905

2022                   1.066.148

2023                    954.049

2024                    916.764

Reducción acumulada desde 2021: 257.000 millones de euros, es decir una disminución relativa del 22%. Esta disminución no es meramente contable. Refleja menos préstamos a entidades financieras: el volumen de operaciones de

refinanciación con la banca privada ha caído bruscamente. En 2022 aún existían 22.776 millones de euros en préstamos ligados a operaciones de política monetaria. En 2024, esta importación es simbólica (apenas 18 millones), lo que indica una retirada casi total de este canal de financiación.

Por otra parte, también refleja que nos encontramos al final del efecto expansivo del PEPP y APP: las carteras de activos han empezado a amortizarse sin reposición, lo que reduce el activo del banco central y, por tanto, su capacidad de generar intereses. La cartera total mantenida por el Banco de España en estos programas se ha reducido reducida, como muestra la nota de la memoria del ejercicio.

Estamos, también ante un menor pasivo remunerado, pero con mayor coste: el pasivo del BdE, en forma de depósitos de entidades financieras (principalmente reservas obligatorias y exceso de liquidez), ha disminuido también. Sin embargo, el costo de esos pasivos ha subido con los tipos del BCE, generando un desajuste: menos activos que generan rendimiento y más pasivo que hay que remunerar al 4%.

Conclusión: el BdE paga la fiesta del BCE… y aún queda resaca

El Banco de España no quebrará. No puede. Pero tampoco está para alegrías. Su cuenta de resultados muestra las cicatrices de un experimento monetario -tipos negativos, compras masivas, reinversiones perpetuas- que ahora se revierte con un costo financiero positivo y una capacidad de maniobra muy limitada.

Aunque ha recuperado 21.600 millones de minusvalías latentes desde 2022, aún arrastra otras 51.700 que seguirán lastrando sus ingresos. 

A esto se suma la caída del tamaño de su balance, que erosiona aún más su generación operativa de margen.

Podemos maquillarlo con provisiones pasadas, pero los datos son tozudos: menos balance, menos margen; menos margen, más dependencia de parches contables.

Lo llaman banco central, pero podría pasar por un fondo de inversión con cobertura estatal. Y sí, está al borde de la quiebra aunque no quebrará, con un patrimonio neto negativo.