La exclusiva no es nuestra sino de El Debate. A cada uno lo suyo. El ministro Escrivá tiene un ático comprado con una sociedad patrimonial. Por menos de eso, Sánchez ha cesado ministros (por ejemplo, a Maxim Huerta) pero comprendió que en semans se iba a quedar sin Gobierno y, tres meses después de su estreno, hacía la vista gorda con este tipo de practica.
Comprar bienes con una patrimonial es un truco fiscal con muchas derivadas pero un mismo significado: pagar menos impuestos al cambiar IRPF por impuesto de sociedades.
Ahora le toca el turno a José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social e Inclusión, que ha decidido incluirse entre los beneficiados por el Fisco. Al igual que la sociedad patrimonial-familiar que la vicepresidenta Nadia Calviño se montó en Bruselas, y que tenía la misma finalidad con distinto objeto.
Pero lo curioso es que el Gobierno lleva un año en que, a cada acusación de corrupción, responde con un silencio administrativo curioso. Es más, no responde. Es más, ni los medios periodísticos siguen al colega que lo ha denunciado ni los partidos de la oposición aprovechan la información.
Tampoco es de extrañar. El PSOE se ha caracterizado a lo largo de toda su historia por la desfachatez en la corrupción y por seguir el viejo lema: Si pasa no importa y si importa, ¿qué pasa? La callada por respuesta y te conviertes en inmune y en impune. Bueno, también hace falta un poco de caradura y desfachatez socialista.