Deutsche Bank ganó 1.794 millones de euros entre enero y septiembre, 29 veces más que en 2020, cuando registró un beneficio de 62 millones. El salto es muy significativo -histórico, diría Pedro Sánchez-, pero se debe, en un elevado porcentaje, a las menores provisiones tras un 2020 catastrófico. Concretamente, las redujo un 83%, hasta los 261 millones de euros.
Ahora bien, el mérito no ha sido únicamente de las provisiones. El negocio también ha mejorado algo, aunque no todo. Así, los ingresos crecieron un 5% y alcanzaron los 19.510 millones de euros gracias al aumento del 4% del negocio de banca de inversión (7.718 millones) y al crecimiento del 18% de la gestión de activos, cuyos ingresos alcanzaron los 1.919 millones.
También fue importante el hecho de que el negocio de banca privada se mantuviera -subió un 1%- y alcanzara los 6.195 millones de euros. La nota negativa la puso la banca corporativa, con unos ingresos de 3.798 millones, un 3% inferiores a los del año anterior.
Christian Sewing, Ceo del banco, se ha mostrado satisfecho este miércoles. “En el tercer trimestre volvimos a demostrar la solidez operativa de nuestro negocio”, ha afirmado. El mercado, sin embargo, no lo ha entendido así y la cotización de la entidad ha caído más de un 5% en Bolsa.
El mayor banco alemán ha intentado vender su filial española en diversas ocasiones desde la crisis financiera de 2007, pero sin éxito. Ahora, la estrategia consiste en potenciar los negocios de banca privada y patrimonial. El problema es que para hacerlo no hacen falta 168 oficinas ni tampoco 2.350 empleados.