Luis de Guindos estrenó la semana este lunes con una doble advertencia, una dirigida a los bancos y otra, a los gobiernos de la Eurozona, entre ellos el español. El motivo no es otro que el mantenimiento de los tipos de interés en el 4,5% actual, al menos durante los dos próximos trimestres, como aseguró la presidente del BCE, Christine Lagarde, el viernes.
“Si bien los indicadores de calidad de los activos han sido sólidos durante el último año, los primeros signos de deterioro se están volviendo visibles, particularmente en las empresas más pequeñas y en algunos sectores como el inmobiliario comercial”, afirmó este lunes el número dos del BCE durante una conferencia en Fráncfort.
En otras palabras, cuanto más se debilita la situación económica, más riesgo corren las empresas a la hora de hacer frente a sus pagos, especialmente aquellas con una deuda elevada, beneficios moderados y unos índices de cobertura de intereses bajo.
La otra advertencia ha pasado más desapercibida, pero no por ello es menos importante. Efectivamente, al BCE le preocupan los gobiernos que, como el de Pedro Sánchez, no sólo no reduce la deuda pública, sino que la aumenta sin límite alguno. No le preocupa porque sea una irresponsabilidad muy grande, sino porque podría desembocar en un rescate, como el griego. Y España no es Grecia, es la cuarta economía tras la alemana, la francesa y la italiana.
Todo esto en un contexto en el que la inflación parece dar un respiro en la Eurozona, aunque Guindos apuntó este lunes a un repunte en los próximos meses, a pesar de los esfuerzos del BCE. ¿No será que los precios suben por la escasez de la oferta y no por el aumento de la demanda, como suele ser habitual? Si es lo primero -escasez de oferta- los tipos altos no son la solución y lo único que conseguirán es empobrecer, todavía más, a empresas y familias.