Cada petrolera va haciendo una revolución a su manera y si Repsol opta por una tranquila, que se resume en no vender negocios estratégicos, aliarse con socios e ir hacia la transición sin renunciar al petróleo, al gas y a la industria, a las estadounidenses les gustan más los grandes pasos. Así se ve en los últimos movimientos de ExxonMobil y Chevron: la primera apuesta por volver al negocio del litio y la segunda por crecer en petróleo extraído por fracking (fractura hidráulica).
Estas dos petroleras estadounidenses elevaron beneficio en el primer trimestre, pero bajaron en ingresos por el abaratamiento del crudo, lo que quizá sea una de las razones de seguir creciendo en la diversificación de negocios. ExxonMobil ha comprado un terreno y sus derechos de perforación en Arkansas (EEUU) a Galvanic Energy por unos 92 millones de euros, según informa The Wall Street Journal, con el objetivo de extraer litio (elemento clave en la fabricación de baterías de coches eléctricos, móviles y ordenadores portátiles). La petrolera con sede en Texas que dirige Darren Woods está convencida de que la demanda de combustibles fósiles seguirá siendo sólida, pero tampoco quiere perder el tren ante el crecimiento de los vehículos eléctricos e híbridos. Por ello, ahora vuelve a poner sus ojos en el litio, en cuya producción ya tuvo un gran papel en 1970, cuando EEUU era el primer productor mundial, pero hace años que le sustituyeron otros países (entre ellos, China). Además, en Chile, que tiene una de las mayores reservas de litio, el Gobierno que lidera el progre y ‘multi-género’ Gabriel Boric ha lanzado su estrategia de nacionalización para incorporarse a su desarrollo, explotación y exploración.
Por su parte, Chevron ha anunciado la compra del productor PDC Energy por unos 7.000 millones de euros (incluyendo acciones y deuda) para reforzar su posición en el petróleo extraído por fracking (también llamado petróleo de esquisto). Una operación que supone una prima del 14% sobre el precio promedio de la cotización de PDC en las diez sesiones anteriores y que ha recibido el respaldo de las juntas directivas de la empresa compradora con sede en California y de la adquirida con sede en Denver. Ahora, todo depende de lo que decidan los accionistas y los reguladores. Una compra con la que el presidente y CEO de Chevron, Mike Wirth, cree que mejoran el objetivo de mayores rendimientos y menos emisiones de carbono, y logran sinergias de costes.