Électricité de France (EDF) ha elevado el impacto negativo por el paro de 12 de sus 56 reactores nucleares, donde está realizando trabajos de inspección y reparaciones por problemas de corrosión en las tuberías de alta presión. Pero ojo, porque todo esto sucede meses después de que Emmanuel Macron anunciara el relanzamiento nuclear en Francia y justo cuando la Comisión Europea ha planteado una tímida apuesta por esta energía, aunque mucho menos a la del carbón, para sustituir al gas ruso.
Recuerden que a finales del año pasado, en noviembre, Macron ya avanzó que Francia construirá seis nuevos reactores. Unos meses después, en febrero, concretó que quiere poner en marcha la construcción de seis reactores de nueva generación y que se estudien otros ocho de cara a 2050, año en que Francia quiere lograr el objetivo de ser neutra en carbono. Además, Macron también quiere que EDF estudie ampliar más allá de 50 años la vida útil de los reactores en activo. Estos planes siguen en marcha, pues Macron sigue siendo el presidente del país, tras haber ganado las elecciones presidenciales celebradas en abril.
Francia construirá seis reactores de nueva generación y que se estudien otros ocho de cara a 2050, año en que Francia quiere lograr el objetivo de ser neutra en carbono. Además, Macron quiere que EDF estudie ampliar más allá de 50 años la vida útil de los reactores en activo
La eléctrica, que está controlada en un 83,88% por el Estado francés, ha elevado el impacto financiero negativo que asumirá sobre el resultado bruto de explotación (Ebitda) este año por el paro de 12 reactores a 18.500 millones de euros, 4.500 millones más de lo que preveía hace unas semanas. ¿El motivo? Su producción nuclear será menor a la esperada por dichos paros. Eso sí, el Estado francés inyectará 2.100 millones para ayudar. Por su parte, la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) francesa, que es el regulador de la energía atómica en dicho país, refirió hace unos días que las reparaciones necesitarán un plan a “gran escala” y podrían durar “varios años”, aunque EDF ya está manos a la obra: ha contactado con fabricantes de acero para recibir las primeras piezas antes de verano e iniciar las reparaciones. Un paro de 12 reactores que también se está notando en su cotización, pese a que en el primer trimestre disparó sus ingresos un 62%: acumula una depreciación bursátil del 23% en el último año y del 16% desde enero, aunque en los últimos días se ha movido al alza y este viernes sube más de un 2%.
La mayoría de las centrales nucleares francesas fueron diseñadas y construidas por Areva, empresa que fue rescatada hace unos años y que pasó a llamarse Framatome en 2018 tras ser adquirida por EDF y convertirse en una filial de esta última. Framatome ha construido en los últimos años varios reactores de tercera generación EPR -reactor de agua presurizada-: uno para la central de Olkiluoto (Finlandia), donde llega con 13 años de retraso y sobrecostes milmillonarios; dos para la central de Taishan (China); y uno para Flamanville (Francia), que ha vuelto a retrasar su entrada en operació -ahora a la primavera de 2023-.
La mayoría de centrales nucleares francesas fueron diseñadas y construidas por Areva (hoy llamada Framatome). En los últimos años ha levantado varios reactores de tercera generación EPR -reactor de agua presurizada- para las centrales de Olkiluoto (Finlandia), Taishan (China) y Flamanville (Francia), con retrasos y sobrecostes
Paralelamente, el mayor impacto del paro de reactores en EDF, coincide justo cuando la Comisión Europea insiste en el gran error de no impulsar con fuerza la energía nuclear, pues elevará la producción de carbón más del doble que la nuclear, para reducir la dependencia de los combustibles fósiles rusos. Y tiene bemoles el cachondeo ideológico-verde de Europa, porque apuesta por el carbón, que sí emite CO2,… mientras persigue emisiones neutras, y lo hace de forma menos tímida que con la nuclear, que es barata y no emite CO2. ¡Ole! Y dentro de la mentira verde, tanto Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea a cargo del Pacto Verde Europeo y comisario de Política de Acción Climática, como la vicepresidenta ecológica de España, Teresa Ribera, deberían tomar ejemplo de lo que en su día hizo Charles de Gaulle: cuando acabó la II Guerra Mundial, con la economía destrozada, hizo un pacto con la gran industria francesa que se resumía en: energía barata, nuclear, a cambio de salarios dignos. Sin embargo, Timmermans y Ribera prefieren impulsar con fuerza las energías renovables, a pesar de que molinillos y placas solares no bastan para garantizar el suministro y de que han resultado muy caras porque han salido adelante mediante subvenciones públicas… (recuerden que aún seguimos pagando el elevado déficit de tarifa que dejó José Luis Rodríguez Zapatero con sus generosísimas primas a las renovables). Y encima ahora en España se creará un nuevo déficit de tarifa -o sea, más deuda… y con intereses- por el tope ibérico al precio del gas que entra en el mercado eléctrico. ¡Ole y ole!