El BBVA ha capeado holgadamente su crisis reputacional desatada por el escándalo FG-Villarejo. La cotización del banco, no solo no se ha resentido durante los primeros meses del año, sino que se ha revalorizado. Todo iba más o menos bien hasta que un tal Donald Trump anunció su intención de elevar un 5% los aranceles a México. El viernes, con todo el Ibex en rojo, el BBVA fue, con diferencia, uno de los más castigados y se desplomó un 4%. Y es que la mitad del negocio del grupo proviene de México.
Pero cuidado, porque el otro país franquicia de la entidad que preside Carlos Torres es Turquía que, como todo el mundo sabe, es ejemplo planetario de democracia y libertad. Me dirán que las relaciones entre Trump y Erdogan pasan por un momento dulce y tienen razón. En la última conversación entre ambos -miércoles 29- el presidente norteamericano le propuso a su homólogo turco reducir los aranceles al acero del 50% al 25%.
Pero no hay que fiarse porque, en esa misma conversación, Erdogan confirmó que Turquía seguirá comprando el sistema antimisiles ruso ‘S-400’. En pocas palabras: el equilibrio en la zona está cogido con pinzas y EEUU y Turquía podrían romper las relaciones en cualquier momento con el consiguiente impacto en la cotización del BBVA.
Santander y BBVA responden al BCE: no queremos fusionarnos
Los llamamientos del Banco Central Europeo por las fusiones bancarias transfronterizas son tan insistentes como infructuosos. Ninguno de los dos grandes bancos españoles está dispuesto a unirse a otras entidades europeas, tal y como les sugieren Mario Draghi y Luis de Guindos. Y así se lo han dicho Santander y BBVA al presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA), el español José Manuel Campa.
Los argumentos son contundentes y de mucha seriedad. Por ejemplo, ¿dónde establecer el centro corporativo? ¿Qué país debe albergar la sede de la entidad resultante? Asimismo, las sinergias, concepto fundamental en toda fusión que se precie, brillarían por su ausencia. O sea, que no se podrían reducir costes, que es lo mismo que decir que no se llevarían a cabo ajustes de plantilla y oficinas. No habría sinergias.
No solo eso. Resulta que en esta Europa nuestra, las leyes fiscales y la regulación son distintas. ¿Cómo juntar, entonces, dos entidades que trabajan bajo dos legislaciones distintas? Y luego está el argumento definitivo: ¿Qué ocurre en caso de resolución? Porque, a estas alturas, todavía no hay un Fondo de Garantía de Depósitos europeo.
En resumen: las fusiones transfronterizas son, a día de hoy, imposibles.
Bankinter cierra (por fin) la compra de EVO
Han pasado ocho meses desde que Bankinter anunciara la compra del negocio de EVO Banco y de Avantcard, su filial de consumo en Irlanda, y el BCE, el BdE y el Banco de Irlanda han dado su visto bueno. Como para unas prisas. Con esta operación, Bankinter asume una cartera de 452.000 clientes del negocio minorista de EVO, a los que se suman más de 130.000 procedentes de la financiera irlandesa.
Enhorabuena a los premiados.