Los cinco grandes bancos españoles ganaron algo más de 4.000 millones de euros durante el primer trimestre del ejercicio, una cifra que suena muy bien y que invita a pensar que el negocio bancario ha revivido después de unos años catastróficos para la economía en general y para el sector financiero en particular.

Pero si fijamos la mirada en cada entidad nos daremos cuenta de que no es así, de que los buenos resultados son, en realidad, un espejismo. La banca comienza a estar agotada. Ya se vislumbró algo en el informe anual que la Asociación Española de Banca presentó el 25 de abril y que mostró que nueve entidades perdieron dinero en 2018.

El nuevo ejercicio no ha comenzado bien. Ni siquiera el negocio internacional logró salvar el trimestre del Santander y del BBVA. El beneficio del banco que preside Ana Botín cayó un 10,4% respecto a marzo de 2018, y el del BBVA, un 9,8%. Como se pueden imaginar, la evolución de estas dos entidades tampoco fue positiva en nuestro país. Santander España ganó 403 millones de euros, un 11,4% menos que en 2018. El beneficio de BBVA ‘Spain’, por su parte, fue de 345 millones, un 14,7% inferior al de un año antes.

Las entidades sin negocio exterior significativo no corrieron mejor suerte. Así, el beneficio de Caixabank se redujo un 24,3% y no superó los 533 millones de euros; el de Bankia cayó un 10,8%, hasta los 205 millones, y el del Sabadell fue de 251 millones, un 17,2% menor al de marzo de 2018.

El negocio bancario ha dejado de ser negocio. Seguro que han leído esta frase en más de una ocasión, y si son lectores habituales de Hispanidad, hasta es probable que les suene a antigua. Ciertamente, desde que el supervisor comenzó a preocuparse más por la solvencia de los bancos en lugar de por la marcha del negocio, y los tipos de interés se instalaron en niveles bajo cero, las entidades han tenido que buscar alternativas para sobrevivir. Por ejemplo, las comisiones por la gestión de activos fuera de balance (fondos de inversión) y los seguros.

Además de las comisiones, las entidades también se han servido de las menores provisiones para alegrar sus cuentas trimestrales. Pero cuidado, porque esa es una carretera que cortada, lo mismo que la tan temida reducción de costes. Llegará un momento en el que no se puedan cerrar más oficinas ni reducir más el número de empleados. En cualquier caso, un negocio que saca adelante sus cuentas únicamente gracias a la reducción de costes y a las menores provisiones, ni es negocio ni es nada.