La petrolera Repsol ha sido la noticia de la semana al concretar las líneas del esperado plan estratégico, con promesa de más dividendo (un +8% anual), lo que ha animado el valor en bolsa (en la imagen), y su entrada en España como nueva eléctrica. En concreto, aspira a una cuota de mercado del 5%; por tanto superaría a Viesgo y rozaría a EDP.

O sea, empezará a competir con Iberdrola, Endesa y Gas Natural Fenosa, pendiente ahora de que Francisco Reynés saque a relucir sus balas de su nuevo plan estratégico, el próximo 28. El objetivo de Repsol es comprar activos de generación, no empresas. Por eso, analiza con lupa las 23 plantas de ciclo combinado de pequeñas empresas y fondos, como hemos contado: están baratas e infrautilizadas: costó construir cada una entre 500 y 600 millones (hablamos de 800 MW), hace 15 años, y hoy valen entre 50 y 100 millones.

Brufau renunció en 2015 a la indemnización de 14,25 millones y ahora cobra 2,5 millones en fijo y 589.000 euros en especie por seguros o la residencia fuera de Cataluña

Sabido el plan estratégico, la petrolera añade otro ingrediente, el sueldo de Antonio Brufau, que sigue en su puesto, no ejecutivo pero bien remunerado, lo que prueba que su modelo de retribuciones funciona, por la consistencia en el tiempo, y da pistas a otros ejecutivos que se quieren retirar a medias.  

El último informe anual de Repsol, presentado en los accionistas en la Junta, recoge el sueldo para este año: 3,089 millones de euros, a pesar de la naturaleza de su cargo, no ejecutiva desde el 30 de abril de 2015, a diferencia del consejero delegado, Josu Jon Imaz (ambos en la imagen), que defendió en solitario las líneas estratégicas.

Hilo a la cometa, aunque explicación del sueldo está en la renuncia de Brufau a la compensación de 14,25 millones que le correspondía al término de su contrato como primer ejecutivo del grupo. Así seguirá, en las mismas condiciones, hasta 2019.

El informe de Repsol detalla que una retribución fija anual de Brufau de 2,5 millones, importe se incluye las cantidades por su pertenencia al Consejo de Administración y comisiones del grupo.

Ahora mandan el gas y las renovables, mientras Teresa Ribero se precipita con el cierre de las nucleares 

A esos 2,5 millones se unen, después, las percepciones en especie por otros conceptos, que en 2017 ascendieron a 589.000 euros. Ahí figuran, entre otras cosas, los seguros de vida y médico, el coste de la residencia fuera de Cataluña y para la representación institucional de Repsol.

Claro que el sueldo de Brufau parece una anécdota comparado con los planes de la petrolera para los próximos dos años. Repsol está condenada a transformarse en el tiempo para garantizar su futuro. No le queda otra. El plan estratégico es, por tanto, un paso muy incipiente en el recorrido que afronta.  

En cualquier caso, da muchas pistas de la transformación que vive todo el sector, con un protagonismo creciente de las energías renovables y del gas, en menoscabo de otras fuentes, por necesidad, oportunidad o virtud. La descabonización será un hecho en el calendario medioambiental europeo previsto, mientras se ciernen las sombras sobre la energía nuclear. En ese punto, Repsol no contempla nada, por el riesgo político que implica.

La cartera de Transición Ecológica es una declaración de intenciones pero ni Sánchez ni Ribero son el mago Merlín

En España, en concreto, y con el nuevo Gobierno, tan débil como sus 84 diputados, soplan nuevos aires. Ojo, porque se les abre la boca con proclamas, pero no tienen tiempo para tramitar muchas de las leyes que aspiran a cambiar y que el ministro del PP Nadal (ahora otro ex) dejó a medio y mal trazado camino.

La ministra de Transición Ecológica (toda una declaración de intenciones), Teresa Ribero, ya ha sentenciado que el cierre de las centrales nucleares es una obviedad, pero no ha dado plazos. Es una ministra, pero no el mago Merlín en la isla energética que es España. Por cierto, validó el fiasco del Castor, el naufragado almacén de gas en las costas de Castellón.

Sánchez Galán, mientras, está feliz por la ausencia de Nadal, pero por el respaldo de su gran aliado, el PNV, al nuevo Gobierno. Es el árbitro y los nacionalistas cuidan con denuedo sus intereses. A eso se añade Goldman Sachs, con buenas vibraciones para el negocio eólico marino de la eléctrica vasca.

No pierdan la pista

Esta semana, además, Telefónica ha celebrado Junta, mientras en bolsa brilla por su ausencia, lo que cabrea bastante a sus accionistas. Álvarez Pallete, como es habitual en estos casos, ha tenido que encajar 22 intervenciones, a diez minutos cada una, de esos accionistas. No se ha librado de críticas y peticiones para que “despolitice Telefónica”, normal, cuando tiene en nómina a tantos ex políticos, y que no se suba el sueldo si no sube también el dividendo.

Singular es el recorrido del Grupo Villar Mir, que tras la venta del 12% de OHL, abre la puerta a la entrada de fondos de inversión. Ha perdido la mayoría por primera vez, que no el control, de OHL, al quedarse con un 40%.

Y preocupante es lo que está ocurriendo en FCC, mientras los españoles se rebelan contra la gestión de Slim. Lo peor es el ajuste que puede llegar de nuevo a FCC Construcciones, cuya cartera se ha desplomado durante la etapa del magnate. Ahora, cunde la amenaza de otro ajuste y se instala el malestar entre los directivos, mandos intermedios y plantilla del grupo. Slim se desvive por Realia y Portland y crece el recelo del fondo australiano IFM, que tiene el 49% de Aqualia.