A la progresía de EEUU en particular y a la planetaria en general le sentó a cuerno quemado que Elon Musk comprara Twitter (ahora X), hasta ese momento en manos de Jack Dorsey, uno de los cachorros del Nuevo Orden Mundial (NOM). Dorsey, conviene recordar, cerró la cuenta de Donald Trump al tiempo que permitía la del portavoz de los talibanes, un entusiasta de la libertad y la democracia.
Ahora, Musk, que pagó 44.000 millones de dólares por Twitter, ha decidido pasar al ataque, tras la ofensiva progre para ahogar económicamente a la plataforma, y ha demandado a la Global Alliance for Responsible Media (GARM), que incluye a las marcas responsables del 90% del gasto publicitario mundial, por boicotear la publi en X.
¿Qué alega GARM? Que X no cumple los estándares de seguridad de marca, es decir, que permite bulos y mensajes de odio. Traducido: que no censura los mensajes contrarios al pensamiento único promovido por el NOM. Es decir, que permite algo tan peligroso como la libertad de expresión. ¡Qué horror! Ojalá Musk gane la demanda... por el bien de todos.