"El Ingreso Mínimo Vital (IMV) ha alcanzado a 611.029 hogares en los que viven 1.752.467 personas, según la estadística publicada por el Instituto Nacional de la Seguridad Social hasta finales de marzo": así celebra Moncloa el gran éxito del Ministro Escrivá.
❤️💛Los beneficiarios del #IngresoMínimoVital superan ya los 1,75 millones
— Ministerio Inclusión Seguridad Social Migraciones (@inclusiongob) April 28, 2023
🧒👧El 43% son menores
🏘️El número de hogares perceptores alcanza los 611.000
👶Las prestaciones con Complemento de Ayuda para la Infancia rebasan las 355.000https://t.co/ZcaDE5RKLe pic.twitter.com/S0297utDHx
Recuerden que el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá montó un autobús que iba a recorrer 40 municipios para informar y ayudar a tramitar el IMV. Dentro iban funcionarios voluntarios de la Seguridad Social que realizaban los trámites administrativos necesarios a las personas que acudían para solicitar el IMV. El ministro se sentía orgulloso del éxito de convocatoria: no olvidemos que estamos hablando de ciudadanos que han tenido que acudir a un autobús para pedir la prestación para poder sobrevivir, pero a Escrivá le daba igual, es todo un éxito y punto.
La intención era llegar al "máximo" de hogares. Según datos del Ministerio, "uno de cada cuatro" potenciales beneficiarios del IMV aún no conocían la prestación. Y es que, si la previsión del Gobierno era que llegaría a 850.000 hogares, vamos camino de que el IMV cumpla tres años y a penas ha llegado a 600.000 hogares, y encima Moncloa anuncia a bombo y platillo que se ha llegado a 1.752.467 personas. ¡Toma ya! ¡Ánimo, Ministro, en otros tres años, igual alcanzas el 80% de lo que prometiste! ¡Grande sos, Escrivá!
Y sin despistarnos de lo importante, el ingreso mínimo vital, funciona de pena. Es más, el 73% de las solicitudes del ingreso se deniegan, y no deja de ser una limosna: un dinero que el Gobierno recoge de los ciudadanos que pagan impuestos y se lo ofrece a los necesitados, según el criterio del Ejecutivo... ¡a cambio de nada y se supone que para siempre jamás! El IMV supone, de paso, el vaciamiento moral de España: ¿para qué trabajar 40 horas a la semana por 950 euros al mes si puedo cobrar 1.000 sin dar ni golpe?