Enagás se puede colgar este miércoles la medalla del valor más alcista del Ibex, pues su cotización sube un 6,27%, frente a un selectivo que asciende un 1,59%. El mercado ha aplaudido que se haya quitado de encima el problema de su participación en Tallgrass Energy, pese a las minusvalías de 360 millones de euros, aunque no aplaude la gestión de Arturo Gonzalo como CEO: en lo que va de año la cotización acumula una depreciación del 12% y desde que accedió al cargo el 21 de febrero de 2022 ha caído un 4% (ha pasado de 14,045 euros a 13,55 euros). Desde 2022, Enagás vale 727 millones de euros menos en bolsa.
La compañía gestora del sistema gasista español y transportista de gas ha anunciado la venta de su participación del 30,2% de Tallgrass al fondo Blackstone por unos 1.018 millones de euros. Una operación con la Enagás subraya que se refuerza la política de dividendo (aún cuando anunció que este se reduciría de los 1,74 euros del año 2023 a 1 euro hasta 2026) y la sostenibilidad a largo plazo, al mismo tiempo que se fortalece su balance para acometer con garantías la ejecución del plan de inversiones en infraestructuras de la ruina del hidrógeno verde (que aún no es rentable), incluidas en la lista de Proyectos de Interés Común de la Unión Europea. Entre ellas, estará el futuro hidroducto H2Med... y que necesitará ayudas públicas, a pesar de que ahora la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, ha dado un cierto giro y ha empezado a apoyar también que el hidrógeno verde se produzca cerca de donde se va a consumir, principalmente para uso industrial. De hecho, en el último Consejo de Ministros se han adjudicado 794 millones en ayudas directas que proceden de fondos europeos a siete proyectos de EDP, Repsol, Iberdrola y Endesa.
Hace dos años, al presentar el nuevo Plan Estratégico 2022-2030, se aludió a la bajada del valor de Tallgrass por crecimiento de capex con un mayor riesgo y una menor rentabilidad en parte por la subida de tipos de interés, por lo que se preveía que no iba a reportar dividendos a Enagás hasta el ejercicio 2026. Al final, no ha tenido tanta paciencia y la ha vendido
Recuerden que un año antes del desembarco de Gonzalo en Enagás, cuando Antonio Llardén ejercía como presidente ejecutivo y Marcelino Oreja como CEO, se decidió elevar la participación del 12,6% al 30,2% por unos 762,8 millones. Sin embargo, dicha apuesta no ha resultado positiva, porque tiene lugar en EEUU, un mercado donde Enagás no tiene tantas ventajas competitivas como en otros porque hay importantes distribuidores de gas. Hace dos años, en la presentación del nuevo Plan Estratégico 2022-2030, ya con Llardén como presidente no ejecutivo y Gonzalo como CEO, se aludió a menores ganancias en el conjunto de 2022, pese a las plusvalías del proceso de rotación de activos (venta del 45,4% de GNL Quintero y del 50% del gasoducto mexicano de Morelos), por la influencia de la bajada del valor (impairment) de Tallgrass Energy en 130-140 millones: en aquel momento la compañía estadounidense era una de sus participadas más destacadas, pero afrontaba un crecimiento de capex (inversiones) con un mayor riesgo y una menor rentabilidad en parte por la subida de tipos de interés -y con ella también de los costes financieros-, por lo que se preveía que no iba a reportar dividendos a Enagás hasta el ejercicio 2026.
Al final, la compañía que dirige Gonzalo no ha tenido tanta paciencia y ha optado por desinvertir mucho antes y centrarse en Europa, dejando las aventuras al otro lado del océano Atlántico, que emprendió años atrás.
En el entretanto, no hay que perder de vista que Ribera está centrada en ser comisaria, y en caso de lograrlo, habría que buscarle un sustituto. Entre las quinielas suenan nombres como: la catedrática Natalia Fabra; la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen; el marido de Ribera y consejero de la CNMV, Mariano Bacigalupo; y Manuel de la Rocha, que está al frente de la Oficina Económica con rango de secretario de Estado. Pero ¿y Gonzalo? Podría ser, además, hay que tener en cuenta que se lleva muy bien con Ribera y que llegó a ser hasta su jefe años atrás. Eso sí, recientemente le ha puesto deberes.